Cicuta Cherry y Lorenzo, el oscense

Por Laurentis de la Parrilla

20.10.2022

Felipe forma parte de la extensa la sociedad anónima de trabajadores quemados. Su historia es similar a la de Lorenzo, un cristiano oscense, diácono y tesorero, administrador de los bienes de la iglesia. Con su jovial madera de mártir, no parecía capaz de valorar las consecuencias de su audacia. El emperador Valeriano, quien nunca había ocultado su afición por degollar a papas y obispos, exigió a Lorenzo que entregara a Roma el tesoro de la Iglesia. El ingenioso tesorero solicitó tres días de plazo en los que reunió a los pobres, los lisiados, los leprosos, los politicastros de extrema derecha, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, los mutilados y los ciegos, se presentó ante Valeriano y le dijo: “tomad, emperador, este es el tesoro de la Iglesia”. Como consecuencia, Lorenzo fue quemado, vuelta y vuelta, en una famosa parrillada veraniega, el 10 de agosto de 258.

Como Lorenzo -a partir de ahora San Lorenzo-, Felipe es también audaz, ingenuo e ingenioso. En santo bautismo le ha colocado a su jefa el mote de Cicuta Cherry como consecuencia de la persecución cristiana que padece tanto él como el resto de sus compañeros, excepto uno. A todos sin excepción les parece bien la ocurrencia de Felipe ya que su jefa es pequeñita, colorada, tóxica y perseguidora infatigable, nunca se muestra satisfecha, siempre pone una peguita, humilla en público, no le gusta ni un peinado favorecedor, ni un solo momento de distensión en el ambiente y mucho menos de cariño entre compañeros: sabe Cicuta que necesitan su trabajo y eso le permite disfrutar aún más de sus crueles maquinaciones.

Cuando comentan entre ellos las habilidades de la bruja, opinan que se trata de una persona totalmente insatisfecha con su vida privada y que por eso no soporta ver un solo destello de felicidad a su alrededor por lo que se dedica a robar luz, belleza y autoestima. Naturalmente que Cicuta presume de ser caritativa, amiga de nobles, buena cristiana, votante de derechas, paciente, tolerante, ecológica y por tanto sostenible, culta y solidaria.

La jefa de Felipe supo que le había puesto el nombre de Cicuta Cherry porque se lo contó el único compañero que se escapa de su permanente inquina. Todos saben que gente como su jefa necesita de un espía, un favorito al que ofrece un trato especial a cambio de mostrarse con ella de lo más servicial: “a qué no sabes que nombre te ha puesto Felipe…”.

En los siguientes días laborables, no hace falta decir en la persona de quién centró Cicuta Cherry todas sus artes de tortura, Felipe que muchas veces llegaba a su casa irritado y con ganas de llorar hasta que decidió acudir a la consulta de su amigo, el doctor Ombligo. 

Tras escuchar el especialista su historia, le explicó que existen no pocas personas adictas a sembrar sufrimiento ajeno y que suelen cebarse en quien más se resiste, en quien planta cara o en quien más sufre en la cacería. Yo te recomiendo que dejes el trabajo, que animes a tus compañeros a denunciar este claro caso de acoso o, en último lugar, que te coloques una armadura impregnada en zumo de mango para que todo te resbale. Cuando Cicuta Cerry compruebe que sus torturas te salen por un resfriado, buscará a otra persona con la que cebarse. Entonces puedes recomendarle a esa persona que se pase por mi consulta, je, je, rió el doctor Ombligo: también podemos organizar una parrillada, una caza de brujas o poner un poco de cicuta en su tomate cherry.

Laurentis de la P.