El Big band y la reunificación de Sandra

Por Fragile

07.12.2022

Haciendo gala de su natural extravagancia, Sandra miraba por la ventana y, abstraída, sentía que en su vida quedaban demasiados cabos sueltos al atender tantas y tan diversas tareas inconclusas, intenciones pendiendo sin destino en espacios abandonados. 

En los últimos meses, Sandra se sentía ausente, se obligaba a atender nuevas ocupaciones, pero sabía que algo no iba bien porque no terminaba sus frases o era incapaz de fijar su atención en algo concreto. Cerraba los ojos, veía un haz de partículas que se expandían y en esa huida estaba ella, en parte y en otra parte, en una visión donde varios de sus cuerpos vagaban dispersos en el espacio. 

Rápida y audaz, permaneció agazapada hasta el momento preciso en que se abrió una fisura suficiente para recomponerse y reunificarse, al fin y al cabo era lo mismo que respirar. Había practicado meditación y una noche, en una relajación consciente, convirtió su cuerpo en un imán que atrajo sus fragmentos desprendidos, aquí estáis de nuevo en casa se dijo al fin compacta y dueña de su cuerpo. 

Sandra había aprendido así a reunirse, no importaba si quedaban antiguas sombras pendientes, si las desechaba de forma definitiva o pensaba que no eran tan importantes como para andar aquí y allá sin poder estar del todo en sí misma. 

Practicaba su reunificación siempre que podía y aquella mañana de fiesta lo hizo en clase de ciclo, pedaleaba con potencia atrayéndose, sintiendo que ella era el equipo, concentrada y sonriendo. Su estado placentero llamó la atención de Vicki, la monitora, famosa en el gimnasio por la dureza de sus clases, una intensidad que lejos de hacer mella parecía nutrir el cuerpo y el alma de Sandra. Vicki se sintió poderosamente atraída por ella, no podía dejar de mirarla, dirigía toda la energía de su clase hacia su pedaleo, su manera de contonearse, la armonía de sus hombros, la potencia de sus muslos y, sobre todo, su mirada en apariencia ausente, pero en realidad centrada, ensimismada.

Al terminar la clase, Vicki se dirigió a Sandra, tú eres nueva, ¿no?, bueno, llevo un tiempo viniendo a este gimnasio, pero nunca había asistido a una clase tuya.

La manera en que la miraba, la intensidad con la que trataba de entrarla fraccionándose y chocando con un cuerpo impenetrable, dulce, delicado, como un pastel.

Fragile