Irrealidad

Por Teresa

16.04.2022

En este reino que yo invento, hay un rey y una reina, un palacio enorme y bello, un jardín de estilo ingles con fuentes inigualables desde donde se puede ver caer el crepúsculo y un camino de árboles grandes y verdes que se juntan dando pie a un hermoso bosque.

En el reino también hay una princesa. Una niña frágil como un copo de nieve, como un suspiro, y bella como una estrella que resplandece cada vez que la miras.

El rey enfurecido, buscaba por todos los rincones de su reino el elixir que de vida a su hija, la reina con amor, la cuenta historias de un mas allá.

Y la princesa… La princesa estaba bajo un maleficio (como todas las princesas de cuento)  que le había convertido en dos personas, una exterior con muchos rasgos enfermizos y otra interior, llena de vida y vitalidad.

La princesa, se pasaba los días luchando, no podía dejar ganar a su yo exterior y para ello llenaba sus pensamientos de cosas bonitas, tanta locura le hacia inventar siempre sensaciones para luchar contra la tristeza de sus dolores: si salía el sol, disfrutaba con los ojos cerrados de su calor, si llovía, le gustaba el recorrido de las gotas, si tenia dolor, hablaba con el mar e imaginaba como pasaban las olas restableciendo su bienestar.

Así se iba pasando la vida, pero el dolor no se puede hacer sensación sino crudeza y va  mermando la fuerza de la vida hasta hacerte callar.

Pero..., en esos días duros donde el hilo de esperanza sale de tu cuerpo y vuela, puedes tener la suerte de que pase  Amaltea “la ninfa de la ternura” la cabra que alimentó a Zeus y lo protegió de la voracidad de Crono y sintiendo que a una princesa como un copo de nieve la están devorando, deja salir un suspiro de el cuerno de la abundancia y lo dirige hacia ella sacando su interior y haciendo desaparecer el maleficio que la estaba matando.

Años después aparecería el príncipe.  Pero eso ya es otro cuento.

Teresa 2022