Atmósfera de rebaño

Por Paula

12.01.2021

Sin pertenecer a ningún grupo neonazi o negacionista con cornamenta, Pietro ataba cabos y recordó aquella vez que empezó un tratamiento con antibióticos para acabar con el helicobacter pylori. A los dos días de iniciar la toma, sufrió una candidiasis en la garganta que le impedía tragar. Pensó que la bacteria pretendía así impedir que se tragara los medicamentos pues se resistía a desaparecer de su estómago. Tuvo que volver al médico y le recetó un antifúngico.

Es muy sospechoso, pensó, que justo ahora cuando llega la vacuna, caiga una nevada histórica que impida o al menos ralentice su distribución. Muy sospechoso, pero no se lo dijo a nadie pues pensó que podrían tratarle de loco.

Cuando su esposa Arcángela le comunicó su decisión de instalarse en el planeta Sea-4, una de las mil esferas habitables en la galaxia, le planteó algunos reparos como que no era el momento más adecuado para trasladarse a otro planeta ahora que en el nuestro de toda la vida empezaban las rebajas. Además, es probable, dijo, que a mediados de año alcancemos la inmunidad de rebaño y podamos ya salir a la calle sin mascarilla y viajar a bonitos lugares de nuestra geografía como Toledo o Segovia, argumentó Pietro.

Pero sabía que era en vano. Igual que él había terminado con la bacteria y, probablemente pronto, la humanidad con el virus, Arcángela daba por finalizada su estancia en la Tierra. ¿Por qué no te vienes conmigo?, le preguntó su esposa: “Me han asegurado que Sea-4 es un planeta mucho más avanzado, que todo el mundo allí se entiende con el pensamiento, que no les hace falta hablar, trabajar ni alimentarse y hace milenios que han alcanzado ya la atmósfera de rebaño, debido a lo cual no penetra enfermedad alguna, ni se envejece, ni se padece, anda Pietrito, vente conmigo, dijo.

Fui a preparar mi equipaje pensando que todos tenemos nuestras argucias para sobrevivir.

Paula