El caso del pintor que florecía tres meses al año

Por Kimi

18.04.2024

Solo pintaba entre abril y junio, los otros nueve meses del año olvidaba la paleta, los pinceles y los lienzos en un rincón de su estudio donde, sobre una mesa con mantel de hilo, hibernaban melancólicos esbozando un bodegón, entre el polvo y el descuido. El asunto empezó a resultar más preocupante para su familia cuando comprobaron que de julio a mayo el pintor también reducía al máximo sus constantes vitales, apenas se alimentaba y parecía encontrarse en un plácido nirvana de iluminación espiritual, puede que en perfecta quietud y libertad de espíritu. 

Eso es lo que más o menos parecía sentir y traslucir el pintor, respirando lenta y profundamente con ojos lejanos. A su esposa y al resto de los familiares y parientes, su estado de nostalgia empezó a preocuparles seriamente ya que apenas se relacionaba con el mundo exterior, reduciendo al máximo sus compromisos y sus gestos. Empezaron a pensar que se trataba de una enfermedad rara, tal vez relacionada con su alimentación, escasa en proteínas y vitaminas. De nada sirvió que le obligaran a acudir a una nutricionista que le hizo tomar todo tipo de carísimas pastillas para activar su metabolismo, ginseng con guaraná, gominolas de cafeína y taurina, bebidas isotónicas, carbohidratos, electrolitos y creatina monohidrato.

Su pareja decidió preguntar a su vecino, el del cuarto, que parecía saber un poco de todo, en particular de vinos, de quesos y de series de televisión. Le dijo que le empezaba a preocupar el estado de su marido, no quiso pronunciar la palabra depresión, pero su vecino le habló de alteraciones en los neurotransmisores cerebrales como la dopamina, le explicó que lo más probable es que se tratara de un trastorno depresivo mayor, le preguntó por antecedentes familiares o por delicadas circunstancias estresantes en su vida laboral o afectiva. Le recomendó que empezara a tratarse con terapia dialéctica conductual y finalmente con psicotrópicos o antidepresivos tricíclicos como la amitriptilina.

La esposa del pintor melancólico nueve meses al año, no consideraba sin embargo que se tratara de una depresión porque su semblante era plenamente feliz y su trato, aunque mínimo y ajeno, era delicado, suave y amable. 

Por eso decidió acudir al consejo de su amigo, el doctor Ombligo, le explicó el cuadro del pintor, ¿y dice que entre los meses de abril y junio se encuentra perfectamente? Exacto, activo, atractivo y seductor como un pincel. ¿En esos tres meses qué motivos suele elegir para trasladar a sus lienzos? Lilas, pinta lilas porque le encantan las lilas, el año pasado presentó una exposición solo de lilas y en el catálogo aparecían unos versos de Juan Ramón: “Con lilas llenas de agua/ le golpeé las espaldas/ y toda su carne blanca/ se enjoyó de gotas claras”. Qué bonito, ¿y su estado de melancolía coincide con el momento en que las lilas se marchitan? Exactamente, doctor, eso es lo que cada año le pasa a Carmelo. 

Creo que en vez de medicamentos voy a recetarte una serie de perfumes con aromas a lilas, te los escribo en esta receta, a ver… Pleasures de Estée Lauder, Gucci Guilty Parfum For her, 4711 Collection Lilac, y este que creo es el más apropiado, el Amouage Lilac Love, la marca árabe conocida por perfumes eróticos, un floral gourmand envolvente y seductor, que combina lilas con toques dulces orientales y notas de salida de heliotropo, jazmín, gardenia, peonía y rosa.

Con estos aromas lo más probable es que diversifiques sus gustos más sensoriales o emotivos y que se dedique a pintar flores de otoño como la dalia, el girasol o la amapola; flores de invierno como la camelia, la amarilis, el ciclamen, el narciso o la begonia y flores de verano como la hortensia, la petunia, la verbena y el lirio. 

Carmen se compró el Amouage Lilac Love, y en menos de una semana Carmelo salió de su hibernación melancólica.

Claro que ya había entrado abril, el mes en que empiezan a regalarnos sus flores los Syringa vulgaris, más conocidos como lilos. 

Kimi