Descubriendo colores

Por Teresa

17.04.2023

Colorín y Colorado andaban muy ajetreados porque habían decidido buscar cómo era su color. Colorado presumía diciendo, que a él no le importaba demasiado porque ya tenía nombre de color, a lo que Colorín siempre le hacía razonar que colorado, no es un color.

 Colorado rebatía 

- ¿El tomate?

- Rojo

- ¿La sangre?

- Roja

- ¿Las rosas?

- Rojas, blancas, amarillas, pero no coloradas.

Colorado, fruncía el gesto y se quedaba molesto un segundo o dos.

Colorín es menudo y alocado, se ríe de la risa y la risa le da para ser feliz, vive siempre deprisa, tiene mucho que mirar y que aprender, pero siempre busca tiempo para divertirse con Colorado.

Colorado es más redondo, pero igual de bondadoso, aunque sensato y orgulloso; es bueno como puede ser un caramelo de chocolate.

Colorín buscando su color ha decidido llegar al mar y lanzarse a las espumosas olas. Cuando caía en el agua, Colorín se ponía azul, cuando la espuma lo bailaba alto, se ponía todo blanco.

Colorado, por su cuenta, ha decidido ir al campo, si se tumba en la hierba debajo de un manzano, su color varia entre el verde de la hierba, el marrón del tronco y el amarillo de las manzanas; se convierte en un arcoíris de tres colores.

Colorín, subió a un volcán, la lava ya fría le volvía negro, pero la erupción a la vez que le calentaba, le iba poniendo rojo.

Colorado, llegó a la ciudad y paseó, notó que cuando le daba el sol, era amarillo, cuando el humo de un coche le ahogaba se volvía gris, y cuando empezó ha oír las risas de unos niños, parecía que una indigestión de colores le había hechizado.

Con tanto derroche, Colorado no sabía manejarse, ya que la belleza del conjunto y sus diferentes tonalidades le mareaban un poco. Por eso y porque sabía que juntos manejarían la situación, volvió a buscar a Colorín para que fuera ayudarle.

Colorín quiso ir corriendo a conocer a los niños y Colorado le sujetó haciéndole patinar con la tierra del parque, le pidió que se calmara, que debían de pensar qué hacer, pero Colorín le convencía siempre muy rápido. Pero no te das cuenta Colorado, no los conoces, no ves su resplandor, ellos son nuestro color. Colorado sonrió de oreja a oreja y dejó que la calidez de esas risas le embriagasen.

Y así colorín colorado. Este cuento se ha acabado.

Teresa 2023