Algunas tretas de Antonio el Nibiruano

Por Kimi

11.04.2024

Sobre las pistas, el pájaro que da cuerda al mundo volaba de rama en rama y no paraba de silbar, ecualizando su trino a unos setenta y cinco decibelios. Era tan insolente como invisible y uno de los motivos de mi titubeante desconcierto. También me había desconcentrado Antonio cuando llegó a la pista con su raqueta nueva, una espada templaria Yonex en la que había mandado grabar sobre su hoja el lema “Matar o Morir”.

Como siempre, yo trataba de apartar ese tipo de distracciones estratégicas que suelen utilizar los tenistas de colmillo retorcido, curtidos en mil batallas dibujadas previamente ante un mapa y Antonio, el Nibiruano, como hacía llamarse, era entre ellos un más que digno representante. Yo conocía todas sus mañas o eso creía. No cambiaba de pista según las reglas establecidas en los impares sino cuando consideraba que ya le había dado el sol por una mejilla y ahora quería que le pusiera morena la otra, por eso yo pensaba, entre mis potentes drives y delicados reveses con slice, que ese era el motivo principal por el que nunca le hubiera visto ponerse una gorra. Pero es que el Nibiruano no necesitaba gorra ya que, hábilmente, había dejado crecer sus cejas hasta tal punto que le servían como visera natural. Me di cuenta de su estrategia en el tercer juego del segundo set, no le molesta el sol ni en el saque ni cuando responde a mis globos con un remate que parece llevar una velocidad considerable y luego se ralentiza en un bote chungo que dibuja un churro, y yo me pregunto: ¿eso es matar o morir, o más bien regar la plaza cantando boleros con un pato mareao o un pingüino harto de opiáceos? Entonces, a la siguiente, le mandaba yo una tostada con mantequilla de cacahuete que pasaba la red en un suspiro andaluz sin apenas conocer el bote ni siquiera el deslizarse con la delicadeza de una florecilla silvestre mecida por la brisa abrileña. Entonces colocaba yo con las uñas las cuerdas de mi 97 pro staff y le decía: “ha sido para probar”.

Luego había que esperar al viernes para recibir su tradicional mensaje, “¡anda que es lunes hoy, je-je-je, hoy es viernes, viernes de locos!”.

Todos los días de la semana son en la pista viernes de locos por el tenis.

Kimi