Lo que pasa por dentro

Por Miguel Santos

19.06.2022

Irene eres mi mejor amiga, te mereces serlo, aunque no sé si yo me lo merezco, estoy siempre tan insegura, por eso me gusta tu compañía, nunca dudas de nada, bueno por eso y por otra cosa, hoy simplemente necesito estar contigo aunque sea así, las dos calladas y yo hablándote en mi cabeza.

Echadas aquí en la cama, las dos tan juntas, me siento en el paraíso, en uno de esos paraísos perdidos de Borges, los únicos reales decía él y yo pienso igual, sé que no es de verdad, que no va a ocurrir, que es una ficción deliciosa de mi mente, pero lo disfruto.

No hay nada en el mundo que me guste tanto como pasar la noche de un sábado contigo Irene, me gustaría decírtelo, pero no me atrevo. Me da tremendos golpes en el pecho el corazón, de sentirte tan cerca y a la vez tan lejos. De sentir todo lo que pasa por dentro cuando no pasa nada por fuera. ¿Cómo puede ser real estar tan sola a tu lado? ¿Cómo nadie se da cuenta?, ¿cómo no te das cuenta?. He soñado miles de veces que nos damos un beso fingido o por accidente y que por arte de magia da paso a lo más real del mundo, que nos besamos y nos miramos a los ojos, como en las películas.

Estamos viendo una peli, otra, y no me estoy enterando de nada, me agobio un poco cuando pienso que te estarás dando cuenta, me viene un retortijón y mi barriga hace un ruido horrible como de ultratumba, cierro los ojos fuerte rezando para que no te hayas dado cuenta. Me quedo muy quieta.

— ¿Qué te está pasando ahí dentro bebé?— oigo tu  voz muy cerca. Cosas, me dan ganas de decir, muchas cosas por ti, pero sigo quieta y con los ojos cerrados aunque noto que te mueves en la cama, tu cuerpo acercándose, primero tu cabello sobre mi cara, después tus labios sobre los míos. Un largo beso. Abro los ojos.

— ¿Mejor? — Irene sonríe y el Mundo se detiene, en ese momento un fogonazo ilumina su cara como un flash totalmente inesperado, un trueno retumba en toda la casa y se abre la ventana de golpe, entra el viento arrastrando hojas que vuelan por dentro de la habitación, algunas se posan en su pelo y en el mío, ella las aparta y sigue sonriendo. Me besa de nuevo mientras la tormenta lo mueve todo ahí fuera.

Miguel Santos