El Satisfyer y el calentamiento global

Por Kimi

12.08.2021

Lilí le contó a su amiga Loli que se había comprado el Satisfyer y que la vida le sonreía. Yo creía que eso era un engañabobas, le respondió Loli. Pues no, querida, de engañabobas nada, yo no te puedo prestar el mío porque le he cogido cariño y eso es como prestar a un marido y por temas de higiene con esto que nos está pasando, pero te digo que es la bomba, te lo compras, lo cargas, te pones cómoda, te abres y te vuelves loca perdida, eso sí modulando a tu gusto la intensidad que te eleve a tus éxtasis místicos y más allá, ja, ja,ja… ¿Y tu marido?, preguntó Loli. Alfonso está tan contento, dice que le excita mi cara y que él también se pone mucho cuando llego el clímax, que me ve apretar los ojos, levantar los parpados, estirar los labios y cómo se me afloja la mandíbula, dice. Yo le digo: ¡Alfon, no me definas de esa manera tan matemática que me vas a cortar la expresividad! Pero luego se me olvida el mundo con mi amante que es capaz de estimular las ocho mil terminaciones nerviosas de mi clítoris… Ahí, querida Loli, no existe filosofía materialista histórica ni laberinto mental que se interponga entre mis sofocos y mi pérdida de control, no se muy bien como explicártelo con más precisión, Loli. No, no, Lilí, creo que te has expresado perfectamente, mil gracias.

Loli pidió el Satisfycer Plus Pro-2 en la web Platanomelón y a los dos días recibió el paquete añorado y discreto. En ese momento lo único que pudo hacer fue ponerlo a cargar porque tenía cita para hacerse las uñas en la china pero ya era incapaz de pensar en otra cosa. 

Lo que pasó esa noche en la cama de Loli es cosa suya y de su intimidad, no vamos a dar más detalles. Así entró el Satisfyer en su vida y se convirtió en un objeto básico en su universo de relaciones sociales. 

Aquella tarde Loli había dejado cargando su Satisfyer encima de la mesa del comedor y se fue a Hacienda con su cita previa a conseguir su pin para solicitar el certificado internacional de vacunación y poder viajar a Francia. Se encontró con su jefe, Martín, y con su guapa esposa Mirta. Se fueron a tomar unas copas, se liaron y Loli les invitó a tomar la última en la terraza de su ático. Cuando entraron en el comedor, Martín se fijó en el Satisfyer y le dijo a su esposa Mirta: “Anda, qué casualidad, Loli tiene una depiladora como la tuya”. ¡Es verdad!, exclamó Mirta, ¡la depiladora del Lidl! 

Las dos mujeres se miraron y se rieron: ¡voy a abrir un espumoso para celebrar que por fin ha refrescado un poco!, dijo Loli.

Kimi