Timo ya no tiene cara para mascarillas

Por Paula

02.09.2021

Timo ya no tiene cara para mascarillas. Por alguna circunstancia especial, Timo tiene unos labios muy deseables y muchas mujeres sueñan con posar los suyos sobre ellos. No es nada extraño que se le acerquen desconocidas para pedirle un beso en plena calle. Timo regala besos porque le gusta y porque se siente bien dando felicidad o cumpliendo deseos que para él son también un placer. La mayoría de las personas que besan a Timo en los labios guardan después unos minutos de silencio y cierran los ojos para conservar en su interior el momento especial, su rostro se relaja y luego suspiran. A Timo le ha pasado esto desde que tiene memoria de sus labios, una vez una mujer le pidió pintarlos con su carmín rojo y luego que dejara estampado el sello en la servilleta de papel de un bar. La impresión quedó perfecta y ella la dobló con sumo cuidado para guardar aquel recuerdo en su cartera, entre otros papeles y sus tarjetas de crédito. Es también habitual que los besos de Timo se alarguen más de lo previsto y que vaya creciendo la excitación hasta alcanzar un místico orgasmo que hace brillar los ojos de ambos durante todo un día e incluso, una semana. A Timo le reclaman besos en su ciudad y también cuando viaja al extranjero, especialmente en Francia, Japón y China. Vuelve a pararse el tráfico en Paris y una revista publica la foto de Timo besando a una mujer muy atractiva con una gorra roja y rizos amarillos: “Un Espagnol revient pour arrêter avec ses baisers la circulation dans les rues de Paris”, titula.

Ya en casa, Timo lubrica sus labios con cacao y piensa que, pasado lo peor de la pandemia, ya no tiene cara para mascarillas porque, de alguna manera, debe mostrar y compartir el regalo que recibió de la Naturaleza para ir repartiendo amor y felicidad entre los transeúntes.

Paula