La música de mi novio

Por Paula

09.06.2021

Si tuviera que elegir a una persona con la que convivir un tiempo o toda la vida, lo primero que le preguntaría es qué música escucha. Yo quería un novio para pasar el confinamiento y ahora resulta que me ha durado toda la pandemia y lo que te rondaré morena. Cuando estaba en casa sin poder salir, dije: vaya aburrimiento yo aquí sola y dándole vueltas al coco porque hacía un par de meses, en enero del año pasado, había roto yo con mi Lorenzo que vaya nombre, Lorenzo. Trataba de arreglarlo un poco, lo del nombre, pero Loren tampoco me resolvía mucho y Lo por aquí, Lo por allá, pues tampoco. Lo dejamos por una tontería que en realidad fue una excusa por parte de ambos y entonces llegó el animal y me quedé en casa sola como la una. Llamé de urgencia a todas mis amigas para que me buscaran a un chico temporal con quien pasar los meses de encierro, no se, les decía, alguien que esté en casa solo como yo y quiera hablar y eso. Lidia llamó a su amigo Roberto y Ro me llamó a mi y me dijo que le había dicho Lidia que estaba buscando compañía. Si, respondí, pero antes quiero saber algunas cosas de ti porque la idea es que te vengas temporalmente a mi casa o yo a la tuya para hacernos mutua compañía, pero claro -fui muy directa- yo no quiero meter en casa y en mi vida ni a un pesado, ni a un facha que me esté todo el día dando la tabarra con sus cosas, ni a un machista, ni a un saxofonista, ni a un bobdylan que toque la armónica, no se si me explico. Yo no hago ninguna de esas cosas, dijo él, pero soy del Atlético de Madrid, por si eso te parece también incompatible. Eso no me importa, dije yo, a ver: ¿qué música te gusta? Mucha, me gusta mucho tipo de música pero te puedo hacer una lista improvisada. Vale. Pues me gusta Mr. Mustafá, de la Banda Sonora de Hotel Budapest y otras piezas de Alexander Desplat como Philomena; me gusta el Stabat Mater Dolorosa en versión de Jakub Burzyndki; Perhaps, Perhaps, Perhaps de Halie Loren; me gustan los Traveling Wilburis y el Presto From Summer de Vivaldi, interpretado al violín por Mari Samuelsen y… Vale, vale, por ahí parece que nos vamos a entender, siempre que también te guste, obviamente, el Highway Star de Deep Purple, joder, claro que me gusta, tía, no se qué te habrán dicho de mi, ¿que soy un tarado o algo por el estilo? ¿Fumas? No, lo dejé hace veinte años y ahora me vas a preguntar cuántos años tengo, pues ya he preguntado yo los tuyos y me han dicho hasta la talla de tus sujetadores. ¡Qué putas! Bueno, vale, ¿podrás burlar la vigilancia y venirte a mi casa esta misma noche? Claro. Y así fue como se liaron las cosas. A veces nos escapábamos en su coche o salíamos a correr y nos poníamos a tope Estrella de la carretera, pasaron los días y, sin quererlo, fuimos muy, muy felices, de pie, sentados y en la cama. De todo lo suyo adoro el olor de su piel, la versión de Mari Samuelsen que me regaló en el verano de Vivaldi y otras cosas personales nuestras, confidenciales que no pienso hacer públicas aunque se que subiría bastante la audiencia.

Paula