Las cosas cambian

Por Kimi

23.11.2020

Había dado positivo, llamé a mi trabajo y me despidieron. Se lo comenté a mi casera, le dije que me había quedado sin trabajo porque había dado positivo y me dijo que en su casa no podía quedarme, que iba a llamar a la policía. Se lo comenté a mi novia: he dado positivo y me han despedido del trabajo y de la casa. Me dijo que no quería verme por un tiempo, o mejor, ya lo dejamos, y me cortó. Se lo dije a mis padres y me echaron una bronca, en plan siempre andas por ahí, ahora te lo curras tu solo, no se te ocurra venir por aquí. Llamé al centro de salud y me dijeron que les habían dado órdenes en la consejería de no subir la media de la comunidad y me mandaron a tomar por culo y paracetamol. Fui a la farmacia a comprar paracetamol y les comenté que había dado positivo, llamaron a un policía que no vino. Me fui al bar a comer un bocadillo con un café con leche, dije que acababa de dar positivo y un camarero me sacó de allí a puntapiés. No pagué. Me fui al parque y me senté en un banco. A mi lado se sentó una mujer, bastante guapa la verdad. Me dijo que había dado positivo y que le habían despedido del curro, que su novio le había dejado y otras vicisitudes. Nos besamos porque no teníamos mucho más que perder. Parece que un beso de amor de dos positivos da un resultado negativo para ambos, e iniciamos una nueva vida juntos. Resulta que era una acaudalada propietaria y nos marchamos a vivir a un castillo de su posesión en el Valle del Loira, construido según dijo en el siglo XVI en el interior de un amplio parque arbolado. Me dijo que Leonardo había colaborado en el diseño y la verdad es que es grande y bonito. Tenemos siete perros y un cartel encima de nuestra cama: “Las cosas cambian”.

Kimi