En re menor Opus 47

Por Paula

12.04.2021

¿Y tu qué le has dicho? Pues que yo no me pongo la AstraZeneca y que no insista con eso. ¿Y él que te ha dicho? Pues que ya hemos hablado del tema y que, desde su punto de vista científico, él no considera que los posibles efectos secundarios sean inferiores a los probados beneficios de la vacuna y me ha dado una conferencia con diapositivas en su móvil. ¿Y tu? Pues yo no le hacía ni caso porque tengo ya la decisión muy meditada y no me va a convencer, ni él ni su madre. Pero hija… ¿y entonces? Pues nada, la cosa se ha ido poniendo cada vez peor, yo le he dicho que su madre no tiene que decirme qué debo hacer con mi vida y él me ha soltado que no puede seguir adelante conmigo porque si en una cosa como esta tenemos opiniones tan diversas, pues eso. ¿Pues eso qué? Nada, que ya no quiere casarse conmigo. ¡Joder, tía!, ¿Y tu que le has dicho? Que le den y que se vaya a la cola de las vacunaciones y se presente a la primera que encuentre: Hola, me llamo Enrique, soy doctor en medicina y mi madre y yo queremos casarnos contigo. ¿Y él que te ha dicho? Me ha mirado como con desprecio, tía, como si yo fuera una neandertal y me ha pedido que le devuelva los cascos de Apple, los Max, que valen un pastón y que acababa de regalarme por mi cumple. ¿Y tu qué le has dicho, tía? Pues la verdad, que sigo estudiando detalles del concierto para violín de Sibelius, que ya voy bastante avanzada y espero que cuando lo estrenemos en Helsinki no haga el ridículo como Novacek. ¿Y él qué te ha dicho? El muy gilipollas, ha dicho que ese concierto es una apuesta muy arriesgada, que me lo dijo el primer día y que… 

De pronto, Enrique se dio cuenta: su prometida no quería vacunarse porque tenía miedo, pero no de los trombos sino de su brazo al que cuidaba como si fuera su bebé. ¿Y qué pasó entonces? No se tía, de pronto me dio un abrazo y me dijo que estaba de acuerdo y que me comprendía, que si quería no me vacunara y que seguro que iba a bordar el concierto al que pensaba asistir con su madre. ¿Y tu qué le dijiste? Nada, hemos discutido ya tantas veces sobre tantas cosas y luego nos hemos vuelto a querer tanto que le di un beso y nos fuimos a dar un paseo al parque de la mano. Entonces, ¿te casas? Pues claro, cómo no me voy a casar por esas bodadas, qué cosas tienes...

Como fondo de aquella conversación se escuchaba una vibrante y casi imposible melodía sinfónica: un violín escalaba por crestas escarpadas, casi imposibles de transitar para el ojo humano.

Paula