El encuentro de dos amantes, Miel y Mar

Por Viola

28.07.2021

- ¿Cuándo supiste que te gustaban las mujeres?

- Tuve alguna sensación muchas veces, pulsiones pensaba yo, o pulsaciones porque se me aceleraba el pulso. Pero la primera vez que tuve plena conciencia fue ayer cuando me miraste fijamente a los ojos y reconocí en los tuyos una miel que estaba sembrada en mi jardín…

- ¿En tu jardín?

- En el jardín de mi Edén, llamo así a las emociones, los sentimientos, las adicciones que recibí de mis antepasados… Y las que yo misma he ido sembrando.

- Joder tía, eso es demasiado para una amante como yo…

- ¿Tu no tienes un jardín?

- Supongo que sí pero prefiero quedarme con la miel de tus ojos…

- Los tuyos son de miel, los míos son de mar en calma bañado por el sol…

- ¿Eres escritora o poeta?

- No, quiero ser tu amante.

Después de esa conversación se dieron el primer beso en los labios. Miel y Mar bañadas por el sol, así decidieron llamarse a partir de ese momento y hasta el toda la vida que, pensaban, iba a durar su historia. Se lo prometieron tras su primer encuentro infinitamente sexual en casa de Miel. Era la casa perfecta, uno de esos hogares en que te gusta todo, mires donde mires, el rincón de la esquina de la mesa de flores, la cama grande bajo las vigas vistas de madera, las ventanas de miradas cálidas…

- Esta casa eres tu.

- Yo también lo pienso, la he ido creando sin pensarlo, un día colocaba estos visillos que hacen brillar el reflejo del sol tras los cristales, otro día encontraba esta alfombra roja, otro este jarrón y este mueble chino rojo y negro… Me propuse no decorar todo de golpe para quitármelo de encima cuanto antes, el interior de la casa fue creciendo conmigo y yo con ella. Ahora espero y quiero que tu también crezcas aquí con nosotras…

- ¿Quieres que me venga a vivir contigo nada más conocernos?

- Si, por favor, deja todo lo que te ate a tu pasado y empieza, siempre empieza, Mar con tu adorado jardín.

- Ahora eres tu la poeta, espera que tome un suspiro y sienta dentro de él y que toda mi vida se funda con la tuya en el interior de mi corazón…

Miel se acercó al pecho de Mar, aquel beso ya se había instalado bajo el mismo hogar como la lámpara de cristales de colores que regalaba destellos por las paredes como un carrusel que flota en el espacio.

- Me encanta tu melena, Miel

- A mi me vuelven loca tus muslos...

- ¿Te preocupa mi tendencia al sentimentalismo?

- Adoro tu ternura, me baño en tu miel Mar.

Iban de la mano sin mirar siquiera de reojo al resto del universo. Caminaban sin prisas sonriendo, regalando dones con el brillo mágico de su encuentro.

Viola