El nirvana de Ana

Por Kimi

17.12.2023

Siempre había tenido sus días mejores, pero aquello era diferente. Por primera vez en su vida, Ana sentía un estado de placidez permanente, un largo tiempo de profunda paz interior: no se enfadaba por nada. Pero más sorprendente aún era que al relacionarse con otras personas no sentía ninguna señal de antipatía hacia ellas, ni siquiera emitía ningún juicio sobre fastidiosas formas de ser, horribles combinaciones de vestuario o, simplemente, por un molesto tono de voz. Antes no lo soportaba, acumulaba malestar e inquina con solo mirar a su alrededor; ahora tampoco le incomodaban las tareas de cada día, los olvidos, las rebeliones de los objetos, los informativos, ni tener que volverse a quitar el suéter cuando se lo ponía del revés, llevaba mucha prisa y debía volver a peinarse.

Al principio no prestó mucho interés, pero un día, viendo una serie en la tele, notó cómo los estratos de su arquitectura se asentaban, casi parecía una maestra yogui invadida por la nada que es el todo, capaz de resolver el gran misterio: si la Torre de Babel se construyó para asaltar el cielo o para que el cielo descendiera a salvar la tierra. En su caso, podía decir que el cielo había descendido a su mundo sin necesidad de construir ninguna torre.

Una mañana después, mientras tendía la ropa vio posarse sobre las cuerdas verdes a una urraca azul plata de larga cola, un ave que siempre le había parecido de mal augurio. Se miraron y se sonrieron.

Aquel extraño nirvana sin venir a cuento empezó a preocupar a Ana: ¿y si se trata de la antesala de una catástrofe?

Decidió hablar con su vecino Ramiro, experto en psicología conductista, en nutrición y en muchas cosas más, quesos y vinos, un sabio al que siempre había tenido como referente de serenidad, una de esas personas que lo saben todo y no se alteran nunca por nada. Lo primero que le preguntó fue:

- ¿Has practicado yoga integral o pilates últimamente?

- Nada, ni yoga, ni pilates.

Bueno. Su vecino le quitó importancia al asunto, esto es algo pasajero, ya verás como otra mañana abrirás la ventana, saldrás a la calle o en medio del aperitivo, sentada en una mesa con otras personas volverán a asaltarte mil pensamientos y muchos de ellos te llegarán cargados de emociones perturbadoras y negativas. Sin darte cuenta, volverás a sentir odio hacia los que no piensan como tú y volverás a ser la misma, hazme caso Ana, no te preocupes.

Tal vez Ramiro tuviera razón, pero esta vez no le pareció que su vecino estuviera a la altura de su sorprendente estado de transparencia en la trascendencia.

Decidió llamar a su amigo el doctor Ombligo, le explicó lo que le pasaba, en particular, doctor, que no siento antipatía por nadie y que incluso me ha llegado a invadir algo parecido a la compasión por los seres que me rodean, sin excepción… ¡no me importan ya ni las urracas! 

Querida amiga, Ana, he meditado mucho sobre lo que te sucede y no es algo nada habitual. Alguien viene a verme porque no se encuentra bien, tiene dolores, un estado negativo que le afecta a sus relaciones y eso, claro, le preocupa. Mi primer diagnóstico no fue muy acertado o tal vez muy complejo porque mezclé al autor de Experimentar la trascendencia pensando que necesitabas lo que ya habías conseguido y que ahora quieres conservar: el tesoro de tu paz interior y exterior. 

Para no perderme en detalles, he vuelto a lo básico: en lo que estás es lo que pasa, ¿haces fotos con tu móvil?, sí la verdad es que últimamente me he aficionado bastante… ¿Me las enseñas? A ver, a ver…, exacto lo que me imaginaba: simetría, colores cálidos, montañas, ríos, agua, el llamado efecto sedoso del agua, el azul del cielo. Hace poco me dijo un fotógrafo que se estaba curando con sus propias fotos y que utilizaba algunos trucos además de esos que te he dicho: hacía fotos de lugares muy ruidosos cuando permanecían en silencio y puso el ejemplo de unas vías del tren cuando no pasa el tren y ves vibrar una pequeña flor por un ligero soplo de viento. Tu seguro Ana, ahora que has conseguido la paz, está en tus 5 sentidos, las fragancias, la musica, las caricias, lo que miras y lo que dices. Sigue con tus fotos y no hagas caso de lo que te dije en mi primera consulta y ya que estás aquí voy a tomarte la tensión, 115-70, de puta madre, Ana, toma magnesio, astrágalo y L-Cistina. 

Cuando salió a la calle, Ana respiró profunda y placidamente. Sin darse cuenta, estaba buscando escenarios para hacerse fotos.

Kimi