En busca del tiempo encontrado en una taza de chocolate

Por Kimi

16.02.2023

Mi novia estaba empeñada en que le escribiera una carta: ¿y mi carta?, decía de forma insistente con su vocecilla: ¿y mi carta? Para satisfacerla, empecé a escribir muchas veces su carta: amada hada; princesa traviesa; mía dorada, carta que escribe su novia a un lechero de Segovia. Luego consulté en Internet modelos de cartas de novios mexicanos y encontré una de Jorge Negrete, el charro cantor: “amor de mi alma, no sabría de la felicidad si me faltas tú, eres lo más hermoso que me ha pasado nunca, te amo, hoy, mañana y siempre”. 

Luego vi una pintada en la pared de una calle: “A la María: te amaré hasta el final de mis días y después… ¡Te amaré!”.

Iba mejorando, pero tampoco era lo que ella esperaba porque algunas veces le digo cosas bonitas, te amo hoy, mañana y siempre, y me responde que no le regale los oídos; luego, no protesta cuando le regalo otras cosas preciosas como abrigos, sortijas, collares o perfumes.

Como no sabía bien qué decirle fui a ver a mi vecino Floro que es el intelectual del edificio, mira Floro tengo este problema con mi novia, está empeñada en que le escriba una carta y no se ni como empezar. Me dijo, “querido vecino, con gusto voy a complacer tus necesidades perentorias, una carta es un medio de comunicación escrita por un remitente y enviada a un destinatario. Habitualmente, el nombre y la dirección del destinatario aparecen en el frente del sobre, el nombre y la dirección del remitente aparecen en el reverso del mismo”. Vale, gracias, ya lo tengo mucho más claro, voy para casa.

Ya estaba desesperado cuando decidí acudir a la consulta de mi amigo el doctor Ombligo, doctor resulta que tengo que escribirle una carta a mi novia y no sé muy bien cómo hacerlo porque un día me dieron un pelotazo en un ojo y desde entonces creo que se me nublan algo los recuerdos. Me miró la garganta presionando la lengua con el palo de un polo que, dijo, se comió cuando tenía quince años, utilizó una linterna con pila de petaca para mirarme el interior de los oídos estirando bien de las aurículas y concluyó: no te preocupes, respira. 

Entonces me dijo que lo mío era simple y llanamente una enfermedad que afecta a entre un 2 y un 5 por ciento de la población mundial, te ha tocado a ti porque a alguien tiene que tocarle, naturalmente. Se denomina Afantasía y se caracteriza por no poder crear imágenes en la mente, aunque las realidades sí se perciban por los sentidos. Las personas afantásticas tienen grandes dificultades para recordar, imaginar, sentir y soñar, tres cualidades básicas para escribir cartas de amor a personas con las que has recorrido ya una cierta trayectoria y con las que proyectas vivir muchos años más entre sus brazos: ¿cuánto tiempo llevas con ella? Pues la verdad no me acuerdo bien, ¿a qué día estamos? Hoy es viernes. Pues seguro que el martes ya estábamos juntos porque me dijo que lavara las sábanas con el programa largo de la lavadora a cuarenta grados y eso no se me ha olvidado a pesar de mi afantasía y luego, por la tarde, me preguntó: ¿has lavado las sábanas con el programa largo y a 40º? Le dije, claro mi amor y por la noche hizo como que las olía y exclamó: ¡cómo se nota que estas sábanas están lavadas con un programa largo y con temperatura, huelen de maravilla!, y luego también recuerdo que hicimos la cucharita, así que desde el martes seguro que llevamos juntos y… ¿es grave esto que me pasa?

La afantasía fue extensamente estudiada por Alexei Dawes, psicólogo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia. Alexei se preguntó qué significa “tener una mente ciega” y realizó la mayor investigación hasta la fecha al respecto, en la que estuvieron involucradas 250 personas. Según los resultados obtenidos, los afantásticos tienen una reducida capacidad para recordar el pasado, imaginar el futuro e, incluso, soñar.

Claro, doctor Ombligo, eso es lo que me pasa a mí: a lo mejor llevo ya muchos años, incluso vidas con mi novia y no recuerdo si una vez la soñé y luego apareció de pronto para llenar mi vida de felicidad, como dice Jorge Negrete. 

Me dijo el doctor que tuviera cuidado porque algunos pacientes con esta dolencia suelen inventar, adornar o desordenar las imágenes, la memoria y los sueños, de manera que no se llega a saber cuál es la ficción y cuál es la realidad sobrevivida, ¿recuerdas haber escuchado alguna música con tu novia o haber visto alguna película, haberos tocado o alcanzado juntos alguna emoción cercana? A veces vemos series, creo, pero no estoy muy seguro, ahí me pillas...

Bueno, no te preocupes que esto tiene una fácil solución. En 1956 George Miller publicó un artículo titulado “El mágico número siete, más o menos dos” en el que demostraba que las personas pueden retener aproximadamente de 5 a 7 elementos a la vez en la memoria a corto plazo, pero hay que tener en cuenta que cuando vives muy intensamente una relación apenas queda sitio para la imaginación porque toda la fantasía está viva en cada instante y eso creo que es el amor: el recuerdo es pura nostalgia de lo que no se vive en realidad, quien vive el amor en cada momento no necesita rememorarlo y la memoria aprovecha para recordar otras cosas como el tiempo y la temperatura con que has hecho una colada. Si además, ella es intensa, los 7 elementos que vives a su lado no te dejan lugar alguno para el recuerdo.

En su “Busca de un tiempo perdido”, Marcel Proust se comió una magdalena mojada en té y el sabor le recordó a su tía Leoncia en Combray, la casa de la hermana de su madre donde pasó gratos momentos en su niñez, su cuarto, su decoración, el pabelloncito de su jardín. 

El poeta Rilke dijo que “para escribir un solo verso hay que haber visto muchas ciudades, hay que tener el recuerdo de muchas noches de amor… Pero tampoco basta con tener recuerdos: hay que saber olvidarlos cuando son muchos y hay que tener una inmensa paciencia para esperar a que vuelvan y cuando los recuerdos no tienen nombre es probable que entonces surja la primera palabra de un verso”. 

Puede que el amor que vives con tu novia sea tan profundo y real que no es necesario adornarlo ni recordarlo, en ese caso sois una pareja muy inusual y muy afortunada, dijo mi amigo el doctor Ombligo, ya que el olvido es un mecanismo psicológico de defensa y, como dijo William James, si lo recordáramos todo, estaríamos tan enfermos como si no recordáramos nada”.

Ahora, aspira este perfume de Arancia di Capri, túmbate en esta hamaca donde yo tomaba el sol cuando era un adolescente e iba a la piscina y deja volar tu mente hasta la quinta dimensión, como si acabaras de comerte la magdalena con el té de Proust en casa de su tía Leoncia.

Me tumbé, cerré los ojos, respiré profundamente. Aparecieron algunos objetos volantes cayendo sobre mi cabeza como amarillas hojas de otoño con forma de corazones. Me vi en un portal de una casa antigua, huyendo de una feria medieval. Abrí un periódico y ojeando sus páginas me encontré con un poema de Rilke que acababa de traducirse al castellano y del que recordé algunos versos:

“¡Oh lo que se pierde en el espacio sideral, los astros que caen, Marina...!

¡Olas, Marina, somos mar! ¡Honduras, Marina, somos cielo!

Tierra, Marina, somos tierra, somos mil veces primavera, como alondras que una canción fugitiva arroja a la invisibilidad.

Como los ángeles pasan marcando las puertas de los que han de salvarse

así rozamos nosotros esto y aquello, lo que se nos antoja sutil…

Los que aman no deberían; Marina, no deben

saber tanto de la decadencia. Deben ser como nuevos…”.

Estábamos abrazados debajo de nuestro árbol. En una cavidad de su corteza guardábamos nuestros tesoros, papeles, monedas, hojas, bellotas, hubo inviernos y primaveras, un tractorista dibujaba hileras de montículos de tierra, nos miraba a lo lejos mientras nos besábamos, solo tu pareces más sólida que el líquido del tiempo. Y así fueron transcurriendo los días en sus diferentes estados, abrazando, trabajando, y cuidando el jardín para que nuestro amor no se volviera pena. 

Seguimos en el cine aunque han pasado tantos años y, juntos, hemos conseguido superar el "Entero improbable" de Paoletti:

“Amar es la cuarta parte del problema.

Otra cuarta parte es que te quieran.

Y otra que ese amor sea posible.

Pero incluso si tienes todo eso

Te faltará la increíble cuarta parte.

De que el amor no se te vuelva pena”.

Dulces e insolentes, nuestros recuerdos me miraban fijamente al entrecejo, aquí estamos todos juntos, hemos viajado para decirte que encontraste el amor de tu vida porque nosotros somos los recuerdos de todas tus vidas y en todas ellas está ella en forma de alondra fugitiva, de ángel que roza tu alma, la estrella que tirita, mi vida: cada momento contigo ha sido una fantasía real, dormimos y despertamos, comemos sardinas con tomate, vamos por las calles cogidos de la mano y del brazo, hablando de esto de aquello, de nuestra querida Brenda que está llegando a la vida, de nuestros abrazos que son cada día una carta de amor, una galleta con leche, ven que que hoy has pasado todo el día ausente: ausentes estamos juntos, estamos ausentes juntos.

Me interrumpió el doctor Ombligo. Por el movimiento de la órbita de tus ojos, detecto que has superado tu afantasía, has encontrado el tiempo perdido en un corazón nadando en una taza de chocolate. Pero, amigo, no llenes tu carta de recuerdos y déjalos que reinen en vuestro mundo real. Sigue admirando porque es la única manera que conozco de ser inmortales en nuestras vidas. Afantasea y amalá como hasta ahora. ¡Ah! y lava las sábanas a cuarenta grados a la sombra, guarda el pan en el horno y dale ahora mismo un beso.

Kimi