MI QUERIDA ESPAÑA -Un acercamiento al siglo XIX a través de sus crímenes. 13: Bares, qué lugares

Por Carlos Muñoz González

15.11.2020

Este caso demuestra cómo por un “quítame allá esas pajas” un hombre es capaz de matar a otro. Verán como el asesino aguanta y aguanta hasta que por fin, movido por un deseo irrefrenable, acaba con la vida de un ser humano.

“Resultando que en la tarde del 20 de noviembre de 1870, entró Manuel González con otros en una taberna de Ciudad Real, en la que se hallaban un cabo de caballería, llamado Antonio Gijón y Lucas Nieto, quien convidó a beber a los que entraban; y rehusando éstos la invitación, instó al González para que bebiera, y si no quería tirase el vaso, cuya propuesta aceptó González, bebiendo y rompiendo enseguida el vaso, que pagó, hechos que se aceptan como probados.

Resultando que después de esta ocurrencia, salieron todos a la calle, dirigiéndose a otra taberna inmediata, en la que se pusieron a jugar a la brisca. Y concluido el juego sin el menor disgusto ni altercado, invitó repetidas veces el Nieto al González para marchar de allí, lo que no se verificó hasta después de anochecido, en que salieron acompañados del cabo Gijón; hechos igualmente probados.

Resultando que los tres referidos se dirigieron al cuartel de la Misericordia, donde el cabo tenía que quedarse, y estando en la esquina, sin mediar palabra ni disgusto alguno, dijo el Nieto al González “te tengo que decir una palabra, y ahora mismo lo vas a ver”. Y acompañando la acción a la palabra, le dio un golpe con un arma que llevaba oculta, causándole una lesión en el vientre, mortal de necesidad, del que falleció a los diez días; siendo tan repentina la ejecución que no pudo impedirla el cabo que estaba presente, huyendo enseguida el ofensor y ofendido, perseguidos por el cabo, y diciendo el procesado Nieto, con referencia al herido, que ya tenía bastante; hechos también probados.

Resultando que el agresor fue reconocido por el lesionado como el autor de su lesión, y por lo que le acompañaban como el hombre que les ofreció vino en la primero taberna.”

Los hechos fueron constitutivos de delito consumado de asesinato, sin circunstancias atenuantes ni agravantes, por lo que fue condenado a cadena perpetua, indemnización y pago de las costas procesales.

Carlos Muñoz González