MODELO ENERGÉTICO Y CAMBIO CLIMÁTICO

Nuestra región se ha visto afectada por diversos temporales en los últimos años y todos los expertos coinciden en que las emisiones de CO2 son las principales responsables del cambio climático y, por ende, de los desastres crecientes, que causan esos temporales. Urge, por tanto, tomar medidas para afrontar una situación que pone en riesgo vidas humanas, bienes de consumo e infraestructuras.

Sabemos que es un problema global y que las soluciones deben ser globales, pero es inmediato comprender que para frenar el calentamiento del planeta es necesario y urgente atajar la producción de CO2 en cualquier lugar y cualquiera que sea su origen. No podemos esperar a que las grandes potencias y los grandes emisores se pongan de acuerdo en las, hasta ahora, fallidas cumbres del clima, y tenemos que andar nuestro propio camino, al que, a buen seguro, se unirán otras regiones.

Según el Servicio de Cambio Climático de Copérnicus, la temperatura media anual de 2024 superará por primera vez en la historia los 1,5°C por encima del nivel preindustrial y alcanzará, probablemente, un valor de más de 1,65°C a finales de este año. Lo que completaría una serie de 16 meses superando el límite considerado como colchón de seguridad y nos acercaríamos al segundo escalón, el de 2º C, considerado de no retorno por los científicos.

Por tanto, dejar de emitir CO2 implica dejar de utilizar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) para la generación de energía, ya sea para usos térmicos o eléctricos o de cualquier proceso y sustituirlos por energías renovables. Esto es, tenemos que descarbonizar el sistema energético, y dado que la energía ha sido el motor de desarrollo humano en sus diferentes dimensiones, esta descarbonización tiene que aplicarse de manera estructural y profunda al sistema económico, social y ambiental. Es preciso cambiar radicalmente nuestro modelo energético,y tenemos que hacerlo a una velocidad sin precedentes, en caso contrario no llegaremos a tiempo de frenar el cambio climático.

Castilla-La Mancha está en condiciones de afrontar cambios en un corto espacio de tiempo. Para ello solo hace falta voluntad política. Los datos así lo indican: el 93% de la energía producida en nuestra región procede ya de fuentes renovables ya que tenemos una potencia instalada que supera los 12.000 MW, de los que 4876 MW proceden de fuentes eólicas y 6137 MW proceden de solar fotovoltaica. Por otra parte, solo consumimos 11638 Gwh de los 25500 Gwh que producimos. En resumen, producimos más del doble de la energía que consumimos y más de la mitad del total de la energía producida en nuestro territorio es de fuentes renovables y se consume, en su mayoría, fuera de nuestra región.

Estos datos confirman que el sacrificio de nuestros espacios naturales ocupados por macroplantas fotovoltaicas o parques eólicos ha alcanzado el límite y no deben autorizarse nuevas instalaciones. Recordemos que nuestro balance energético nos sitúa en el segundo puesto de las regiones productoras de energía y en la zona media-baja en cuanto a niveles de consumo. Por contra, comunidades como Madrid solo producen el 3’4% de la energía que consumen.

Los datos ofrecidos demuestran que estamos en condiciones de abordar la transición energética necesaria para la transformación completa del sistema actual hacia un sistema sostenible, democrático, inteligente y eficiente en el que toda la energía utilizada sea 100% renovable. Este paso es clave para enfrentar el cambio climático, al tiempo que activa la economía, genera empleo y produce ahorro en los hogares. Según la CE, si logramos cero emisiones netas aumentará la prosperidad, se creará más empleo, los beneficios sanitarios supondrán un ahorro importante y se ahorrarán millones de euros en la importación de combustibles fósiles.

Para poder alcanzar la neutralidad en emisiones, ya que estos combustibles están presentes en mayor o menor medida en todos los sectores económicos, será necesario cambiar los patrones de producción y de consumo de energía en todos los sectores económicos. También serán necesarias acciones transversales para dotarnos de un sistema energético más eficiente e inteligente en el que el consumidor cuente con mayor grado de empoderamiento en su toma de decisiones y capacidad de elección. Además, esta transición debe habilitar mecanismos para la participación democrática.

Desde el punto de vista de la oferta, para alcanzar la neutralidad de emisiones en Castilla-La Mancha solo hemos de tomar la decisión política puesto que nuestro parque de generación de fuentes renovables supera la energía total consumida. Bastaría con adoptar medidas que afecten a la distribución en nuestro territorio. En cuanto a la demanda energética será necesario sustituir el consumo de productos petrolíferos por la electrificación en sectores como el transporte, sector residencial, industrial y servicios; impulsando a su vez la gestión de la demanda. Además, siguiendo la estrategia climática y energética europea, será indispensable implantar medidas de eficiencia y ahorro energético.

Otras medidas que podrían incidir favorablemente para alcanzar la neutralidad de emisiones pasarían por cambiar la política fiscal energética siguiendo el criterio de “quien contamina paga” y eliminando las subvenciones a los combustibles fósiles. En este sentido, conviene recordar que nuestro país ocupa el cuarto puesto por la cola de los países europeos en función de los impuestos ambientales. También sería positivo modificar la retribución de la distribución y transporte, de forma que no se retribuyan las inversiones sino la energía que es distribuida y transportada realmente.

Para terminar queremos centrarnos en el concepto “democratización de la energía”. Con ello aspiramos a reemplazar el sistema actual basado en los combustibles fósiles por otro que sitúe a las personas y la justicia económica a la vanguardia de la transición a un sistema energético 100% renovable, eficiente e inteligente. Como establecen las reformas regulatorias de la Unión Europea, tenemos derecho a producir, consumir, acumular e intercambiar energía a su justo valor, así como testar nuevos mecanismos democráticos que abran el sector de forma transparente a todas las personas. Así se permite a la ciudadanía participar y beneficiarse de la transición energética, lo que supone un cambio significativo de un mercado energético en el que los consumidores solo podíamos elegir a qué proveedor comprar energía.

Marcel Félix

Candidato de Juntas x Castilla-La Mancha

al Consejo Ciudadano Autonómico (CCA) de Podemos CLM