16.01.2018 20:07h.

Sin Debate

Por Julio García-casarrubios Sainz

Uno de los grandes problemas que tiene el actual sistema educativo, quizá sea el mayor, es la ausencia de debate en la sociedad sobre las necesidades de nuestros hijos. Todavía no somos lo suficientemente conscientes de que la grave situación de nuestra juventud no es ajena al sistema educativo.

Siempre lo ha sido, pero de manera muy especial lo es en este siglo XXI, la influencia del sistema educativo en la proyección de nuestros jóvenes hacia el mundo laboral. Una juventud sin perspectivas laborales claras es una juventud, perdida, desubicada, desestructurada, abandonada.

Cuántas veces hemos dicho: "La escuela no tiene nada que ver con lo que después se va a encontrar en la vida" ¿Y eso a qué se debe? Porque cuando decimos que la escuela prepara para la vida no se refiere solo a que el alumno adquiera los conocimientos contenidos en las distintas asignaturas que tiene el proyecto curricular. No. No es solo eso. Preparar para la vida es algo más. Es enseñar a convivir, a dialogar, a debatir, a pensar, a saber, a investigar, a buscar.

Por ello, si compaginamos ambas facetas de la Educación en la Escuela, la solución nos viene sola; es cuestión de aplicación; es cuestión de profesionales preparados para hacer de la educación el ensamble de estas dos facetas a las que nos estamos refiriendo. Hay que aprovechar el currículo científico para enriquecer el currículo social. Y eso no se hace clasificando a los alumnos, seleccionándolos y separándolos.

La vida es muy plural. Los ciudadanos también, afortunadamente. Y, por tanto el aula también debe ser plural. Cada uno se orientará hacia donde quiera, hacia donde le apetezca. Y si aceptamos este principio con franqueza y honestidad, concluiremos que los conocimientos académicos deberá elegirlos el alumno. Qué más nos debe dar a los profesionales de la enseñanza que la cultura y preparación de un alumno sea hacia el conocimiento de los animales, que hacia el conocimiento de la mecánica, que hacia el medio ambiente, o al conocimiento de las ciencias sociales. Qué más nos debe dar que un alumno adquiera un nivel 6 o un nivel 8. Dejémosle que decida.

Lo que nos debe preocupar es el estímulo, la motivación, de ansia de saber, de indagar. Una base mínima, necesaria en lengua y matemáticas, y en lo demás lo que el alumno elija libremente para su autoformación. Todo aquello que le despierte interés; por el interés mismo, no por una calificación, ni por unos exámenes, ni por una promoción. Se promocionará sabiendo satisfacer sus necesidades.


Julio García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas. Ciudad-Real

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