Aprender a vivir

Llevamos muchos siglos de evolución sobre la tierra y parece que ahora se están sentando algunas bases sobre las que el ser humano podría vivir de forma más saludable. La ecuación parece tan sencilla como difícil de cumplir: comer bien, hacer ejercicio y evitar la contaminación que entra por nuestros sentidos.

Comer bien: Después de dar muchas vueltas sobre la dieta más beneficiosa, todos los estudios parecen concluir que lo más importante es evitar el consumo de alimentos que hacen daño al cuerpo. Más importante aún que comer los alimentos que le benefician. No resolvemos nada ingiriendo a menudo frituras o carne aunque al final nos comamos una manzana o una zanahoria, los efectos positivos de frutas y verduras no van a paliar los efectos negativos de los otros alimentos. En definitiva, los “buenos alimentos” como las verduras, la fruta, granos y pasta integrales, frutos secos o legumbres, es decir los no procesados o naturales serán beneficiosos para nuestra cuerpo, disminuyen riesgos de enfermedades, dolores y mortalidad. Pero eso no es suficiente porque más necesario aún es evitar los “malos alimentos”, los mencionados y otros como el abuso de alcohol, el tacaco o la bollería industrial. La otra necesidad es comer bien pero despacio, placenteramente.

Hacer ejercicio: El ejercicio es también beneficioso pero no lo será tanto si después de una caminata o una partida de pádel nos vamos al bar a celebrarlo o nos premiamos con una comilona: qué raro, decimos, hago ejercicio pero no adelgazo. El premio es el ejercicio en sí mismo y cada uno debe descubrir cual es el que más le gusta y el más beneficioso para su cuerpo. Hay quien prefiere correr y hay quien abusa de correr y se lesiona. Hay que aprender a alcanzar metas poco a poco sin que el cuerpo sufra, descubrir que somos capaces de disfrutar una hora de ciclo después de habernos iniciado por cinco o diez minutos. Quien entra en este mundo del ejercicio, en el gimnasio, la piscina, el mar o el campo, descubre con trabajo y tesón un nuevo placer y luego no puede prescindir de él: se limpian toxinas físicas y mentales, se descubre una nueva vida más plena.

Evitar la contaminación que entra por nuestros sentidos: Hay que aprender el significado de la frase En lo que estás es lo que pasa. En este apartado podemos incluir todo lo demás. Darle a nuestro cuerpo lo que le gusta y evitar en lo posible ruidos, humos, enfados. Igual que en la alimentación, es mejor evitar la crispación que hacer el amor. Es mejor hacer el amor a menudo, quererse, tocarse, disfrutar de nuestros cuerpos si además conseguimos no sufrir estres el resto del día. No debemos convertir el orgasmo en el último refugio de nuestros sentidos, la llamada de socorro de nuestro hedonismo. El amor debe ser una caricia más en el ancho mundo sentimental: lo que vemos, tocamos, escuchamos, olemos y degustamos.

El ser humano debe ser inteligente y, en vez de destruirse y destruir el planeta, debe orientarse a una vida donde esas tres cuestiones puedan ser posibles. Algo muy difícil para quienes viven sin hogar, parias por el mundo, sin alimentos procesados o no, sin posibilidad de amor porque su vida es una contienda permanente.

Quienes tenemos el privilegio de la paz, de trabajar, pensar con tranquilidad, tomar decisiones, elegir entre bollería industrial o fruta, tenemos también el deber de hacerlo mejor y descubrir lo que le gusta a nuestro cuerpo y lo que le disgusta a corto o largo plazo.

Otro día hablaremos sobre aportaciones en el mundo de los sentidos, técnicas como la meditación, yoga, reiki, las buenas y las malas adicciones: El hombre fuma tabaco, el tabaco fuma tabaco y el tabaco fuma al hombre.

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