Las 3.500 razones de San Gil o como salir del cementerio

En el PP, con sus aciertos y errores, hay gente de bien. Son la mayoría. También entre sus dirigentes actuales, incluidos los de la región. Estas siglas han gobernado España con mayoría absoluta. Esta formación ha acariciado los diez millones de votos. En su experiencia política en los distintos niveles de la Administración han tocado pelo. Han visto correr vida por sus sedes. 

Siendo así, ¿por qué siempre se sobreexcitan políticamente cuando hay muertos? ¿Por qué cuando en Riba de Saelices (Guadalajara) hay un incendio con una docena de muertos despliegan alas carroñeras? ¿Por qué cuando el atentado más importante de ha conocido España se afanan buscando a ETA necesariamente antes que en acabar de levantar los cadáveres? ¿Por qué en esta pandemia global quieren sepultar a Pedro Sánchez con los fallecidos?

El Partido Popular no debe volver a incurrir, entonces en el Gobierno y ahora en la oposición, en el mismo error. Habrá crisis económica. Se generará una brecha social que habrá que administrar. Habrá un malestar natural contra el Gobierno. Por favor, no se obsesionen en primer término en el conteo de muertos. No busquen sacerdotes, periodistas, ni letrados contables.  Menos aún equipen un sector ultrasur para vociferar sus cantos de guerra.

Las bancadas del PP han de controlar con fuerza y rigor al Gobierno, pero, por favor, antes, contrólense a sí mismos. Utilicen las palabras con vigor, pero con altura de miras, con generosidad. La suerte de España será la suya.

Exaltados, lógicamente hay en todos sitios. De saliente a poniente. La democracia española y el espíritu de concordia de la Transición ayudó a que la parte más asilvestrada y radical de la extrema derecha estuviera hibernada durante décadas. Errores de bulto del PP y PSOE, exceso de soberbia, falta de autocrítica y alejamiento de los administrados durante 40 años (junto con los Ali Babás que surgieron en lo público) ha permitido que esa extrema derecha escondida sea de nuevo una Fuerza Nueva. También un ultra comunismo silente ha brotado. Por favor, no se dejen arrastrar por ellos. 

Las palabras son importantes en la política. Las formas constituyen un porcentaje alto de la suerte final. Por ello, cuando un diputado del PP, Miguel Ángel Rodríguez, generalmente sereno y moderado, dice que existen “1.255 razones” para debatir en las Cortes, yerra. Si. De momento al menos hay 1.255 fallecidos por el maldito bicho, pero no los lleve al Convento de San Gil. 

No me atrevo a argumentar si política o sanitariamente el Parlamento debe estar abierto con carácter ordinario, pero para abrir sus puertas admita un consejo amigo; invoque 3.500 razones, las de profesionales sociosanitarios que se han apuntado para ir “al frente” del Coronavirus.  Si, son los que ha contabilizado la bolsa de empleo de la Junta para este ingrato quehacer. 

Como ve son casi el triple de razones, vivas, emocionantes, valientes, solidarias para abrir las puertas del Parlamento, incluso para entornar al PP las puertas del Palacio de Fuensalida. Haciendo guardia en la puerta de los cementerios, políticamente volverán en Castilla-La Mancha a donde casi siempre, a su tumba electoral.

elObservadorDCLM