Pim-pam, pim-pam

Fui a jugar al tenis. Nada más llegar, antes de empezar el partido, mi rival me dijo que ya me había ganado, dije “bueno, ¿y si gano yo?”. Si ganas tu impugno el resultado. No me lo podía creer, pero dije “bueno”. Empezamos, pim-pam, pim-pam, iba ganando yo y mi rival, que ya me había ganado, dijo que yo estaba haciendo trampas y que no iba a aceptar de ninguna manera el resultado. 

Nos suena a todos porque algo así es lo que está pasando en la democracia que siempre hemos tenido como ejemplo en el resto del mundo civilizado. Trump está consiguiendo que Estados Unidos se parezca más a otras “democracias” como Gambia, Turquía, Venezuela o Rusia donde es muy difícil que ganen las elecciones quienes no están ya en el poder.

Ese circo con payasos reales que exhiben su prepotencia avanza y amenaza, con tintes de acabar de forma violenta en otros lugares del mundo. Desde la serenidad y la razón, no debemos decir nunca “bueno” cuando alguien se intenta abrirse paso con narrativas falsas. Porque, en definitiva, solo pretenden perpetuarse en el poder de la forma que sea, dañando a los contrincantes, utilizando la justicia, las redes y los medios de comunicación.

Esperemos que al final gane el partido quien mejor juego despliegue dentro de las reglas establecidas y no quien afirme que lo ha ganado antes de llegar a la pista porque lo que en realidad sospecha es que va a perder.

elObservadorDCLM