El desierto que nos persigue

Casi dos millones de personas se mueren cada año por falta de agua potable. Su escasez afecta ya a todos los continentes pero, sobre todo, la crudeza más absoluta se vive cada día en más de 40 países. Se estima que, en quince años, la mitad de la población mundial vivirá en territorios donde no habrá agua potable para todos.

Según informes de la ONU y del Desarrollo Humano cerca de 1.200 millones de personas, casi una quinta parte de la población mundial, vive en áreas de escasez de agua, mientras que 500 millones se aproximan a esta situación. Otros 1.600 millones, alrededor de un cuarto de la población mundial, se enfrentan a situaciones de escasez económica de agua. Allí, los países carecen de la infraestructura necesaria para transportar el agua desde ríos y acuíferos.

En nuestro planeta hay suficiente agua potable para abastecer a los 7.500 millones de personas que lo habitamos, pero ésta está distribuida de forma irregular, se desperdicia, está contaminada y se gestiona de forma insostenible.

Durante el siglo XX, el uso y consumo de agua aumentó a un ritmo vertiginoso. Según el  Foro Económico Mundial y otras instituciones, se calcula que para 2030 existirá una demanda 40% más alta, que el planeta no podrá suministrar, lo que afectará a la agricultura y hará aumentar los precios de los alimentos.

Algunos geólogos aseguran que no es difícil imaginar que, ante este panorama y, si no se encuentra una solución pronto, la posibilidad de que estallen guerras por agua dulce es alta.

elObservadorDCLM