Rajoy, Puigdemont y la fábrica de chocolate

Vaya por delante el deseo y la necesidad de que pare todo esto, de la necesidad de que alguien se baje del burro y comprenda ya la apremiante necesidad de diálogo para que termine la progresión de enfrentamiento y violencia en Cataluña. Hemos adelantado la idea de ofrecer Toledo como ciudad de la Tolerancia para que se celebren cuantas cumbres sean precisas pero...Ahora mismo eso no va a suceder a no ser que en la calle se traspasen las líneas rojas, el momento en que ambos gobiernos y partidos políticos consideren que el asunto se les ha ido ya de la manos, que es más importante la seguridad de las personas que su propia soberbia y, lo que es peor, que el monstruo que han creado.

Hasta ahora todo está sucediendo como han planeado los nacionalistas catalanes. Se crea el caldo de cultivo de un enfrentamiento con el resto de España, se propone la celebración de una consulta popular ilegal que saben no va a permitir el Gobierno del Estado porque después vendría la declaración de independencia, se fuerza esa consulta, se producen enfrentamientos, se crea más victimismo y los nacionalistas exaltados que apoyan a Puigdemont siguen multiplicándose como chorros de chocolate que nutren su factoría. Sobre el papel, la represión les interesa y tal vez también lo que venga después, que ya no saben lo que es pero que todos intuimos será mucho más grave. No importa, porque apuestan con carne ajena para crear sentimientos afines.

Por su parte, Rajoy también piensa que gana los votos de los nacionales pero no contaba con que su actitud de permisividad iba a volverse contra él por su ganada fama de inactividad, de dejar que los problemas le pasen por delante a ver si un día escampa y no se ha quemado en el camino.

Pero sí se ha quemado. Rajoy debería tomar al fin una decisión que es dimitir y Puigdemont también si, en su vorágine, se permitiera un instante de reflexión para darse cuenta de donde hemos llegado y, sobre todo, de dónde podemos llegar.

Todo lo demás ya también se nos escapa. Las grandes confrontaciones están llenas de acontecimientos similares a los que ahora estamos viviendo en España.

elObservadorDCLM