Se acabó el teatro: ¿se acabó el teatro?

Los efectos especiales han pasado a ser el principal argumento de la mayoría de los partidos políticos en los últimos meses. Se trata de movimientos escénicos de cara al público para ganarse su confianza. Esta farándula política es habitual en todos los escenarios democráticos, pero ya empieza a echarse de menos una verdadera preocupación por el futuro de España, de sus ciudadanos y de cada uno de sus territorios. Parece que la mayor parte de la actividad política se reduce a poses para el selfi en las que se mezclan los egos de algunos de sus protagonistas con bandazos para tratar de agradar a la mayoría y conseguir los máximos "me gusta". Lo hemos visto, particularmente en las tres formaciones de la derecha que han ofrecido un auténtico espectáculo, sobre todo tras la aparición de la ultra derecha de Vox. En realidad, el PP de toda la vida reunía a todo el espectro de la derecha desde el centro “liberal” al espacio que ahora ocupa el partido de Abascal. Tras el otro espectáculo (este mucho mas real) de la corrupción, el Partido Popular se rompió en tres pedazos y ahí comenzó la serie televisiva para ocupar el principal trozo de la tarde del viejo trono de la gaviota. Rivera se autoerige como principal partido de la derecha mientras Casado gira al centro y Abascal disfruta con la "velata naranja" y "la derechita cobarde".

Las elecciones generales han puesto a cada uno en su sitio: parece que el público asistente ha entendido muy bien el libreto de esta tragicomedia.

Quedan las elecciones regionales y municipales. Al tratarse de una gestión mucho más cercana, los vecinos tendrán muy claro quien hace teatro y quien trabaja por mejorar nuestro presente y nuestro futuro, quien es más cercano y se ocupa de verdad por nuestras cosas en vez de pasarse el día ideando el hundimiento del contrario y el florecimiento primaveral de sus colores y de sus siglas.

elObservadorDCLM