Cristiano no anda muy católico

Si Cristiano Ronaldo hubiera vivido en España en lugar de limitarse a trabajar en ella, no se hubiera visto sorprendido por el aluvión de noticias, todas ellas negativas, que están cayendo sobre su tambaleante figura mediática. Y es que, si hubiera vivido en España en lugar de residir en ella, conocería ese dicho tan nuestro de que “hay que tener amigos hasta en el infierno”. Anda Cristiano muy poco católico estos días.

Y ahora que se encuentra a las puertas de su propio averno, rodeado de nubarrones que amenazan con extinguir su luz para siempre, podría recurrir a sus amigos residentes en el báratro. No debe ser fácil para su colosal ego tener que asumir el haber sido desterrado por el madridismo de su particular Olimpo. Sentadito como estaba justo al lado del Zeus blanco y comenzando a moverle el trono al mismísimo Don Alfredo, su salida del Madrí lo convirtió en un fantasma del que sólo se evidenciaban sus defectos, negándose sus virtudes por la plana mayor de la casa y la inmensa mayoría de sus aficionados, al unísono. Y  eso que aún ni siquiera resulta de aplicación esa frase tan manida de “a rey muerto, rey puesto” porque está el madridismo aún buscando al sucesor en quién depositar toda su fe.

Pues lo peor de todo es que, tras su salida, Cris -como adoraban llamarle  los numerosos Judas Iscariote de la prensa deportiva para evidenciar el alto grado de intimidad logrado con el astro portugués; los mismos que ahora comienzan a llenar sus leñeros con las ramas del ángel caído-, ha tomado conciencia de que se fue del Madrid sin lograr hacer ningún amigo en el abismo y ese abismo es de simas tan profundas, tan insondables que le va a resultar muy difícil salir de sus profundidades.

¡Sé quién soy! decía Mickey Rourke entre sollozos, cuando enfrentaba su rostro a un espejo mientras asumía una terrible realidad intuida, en la película “El corazón del  Ángel”. Mucho más enamorado de si mismo que el personaje de Rourke en el film, incapaz de asumir grados de responsabilidad, CR7 ha confesado en el periódico italiano “La Repubblica” saber quién es el que está detrás de todas sus recientes desgracias, que podemos resumir en dos: dejar de ser impune dentro y fuera del campo y desaparecer de todo premio deportivo por arte de birli birloque.  Siendo  las primeras de una transcendencia tal que convierten a lo segundo en algo sin importancia, es hora de dejar trabajar a la justicia y no ahondar en hechos tan graves como de los que ha sido acusado sin disponer del suficiente conocimiento de causa.

Pero sus manifestaciones resuenan en mi cabeza y no paro de  preguntarme cual es el manejo de poder que ha visto ejercitar al mandamás de su anterior empresa para que lo crea capaz de ser el responsable de una conspiración que logra: hacerle no ganar premios, provocar que sea acusado de abuso sexual, lograr su expulsión ante el Valencia CF en la Liga de Campeones y conseguir  la huida de patrocinadores.  Claro que si hubiera vivido en España, en lugar de residir en España, sabría que tenía que ser, como fuera, amigo, muy amigo pero que muy amigo, de ese que gobierna en las tinieblas. Sabiduría popular.

Antonio Martín D’ors