Ganadería o comunismo

Lo que menos importa es el tema, el fondo de la cuestión: los problemas están ahí para utilizarlos, no para resolverlos, que salga Casado con unas vacas. 

Lo que interesa es utilizar el tema para construir una trama y hacer todo el daño posible al contrario. Hablo, claro está, de la maquinaria utilizada por la derecha española para derribar al gobierno: no importa la pandemia sino el rédito que en cada fase se pueda sacar del condenado virus, una bendición que ha dado cientos de titulares, un regalo llegado de China o del murciélago, si hacen porque hacen, si no hacen porque no hacen, si deciden porque son cesaristas, si delegan porque son irresponsables. Solo para eso utilizan su masa gris, tantos años trabajando como sastres para hacer sietes y poner trajes a los enemigos han creado una sibilina secuencia que siempre se repite con el mismo objetivo: destruir con prisa y sin pausa la imagen del gobierno o de alguno de sus miembros relevantes, dividir a la coalición, deshacer su compostura para llegar al poder y darse una alegría y un respiro. De momento, todo pasa por hacerse fotos con unas vacas y nunca por demostrar que son eficaces, que son mejores o que lo harían mejor, que, por cierto, nunca lo son cuando gobiernan.

La secuencia es más o menos la siguiente: hay que permanecer atentos en todo momento, seguir una pista aunque sea falsa, cambiar una coma, dar vuelta al sentido de una frase, soltar la bomba, extender el efecto de racimo en los medios -que para eso están- y finalmente condensar el gran fingimiento en un titular explosivo: ganadería o comunismo, que salga Casado con unas vacas, tapemos con el trampantojo del campo el presunto caso de corrupción de Mañueco en Salamanca. 

Estas polémicas artificiales y estériles que pronto se cambian por otras sin tratar nunca de llegar a su verdadero fondo, ganadería o comunismo, dan cierta risa, vistas desde arriba con cierta perspectiva, son un chiste, pero dejan de serlo cuando piensas que la consabida maniobra causa su efecto y al final mucha gente se indigna y opta por las vacas o por los cerdos, por la libertad o por las UCIs, por la  sopa de murciélago o por el fascismo.

Es tan irrelevante, tan banal, tan falto de autenticidad, tan… masturbatorio que nunca genera ningún tipo de mejora real a la vida de los españoles. De eso se trataba en realidad la política: un servicio, un trabajo, un esfuerzo conjunto para mejorar en este caso el presente incierto y el incierto futuro de España.

Y aún así, en medio de esta constante farsa, salimos adelante. Hay que imaginar cómo iría nuestro país si en vez dedicarse a escenificar esta comedia bufa, sumaran su inteligencia para resolver los problemas que ahora mismo nos asedian con su complicidad permanente.

elObservadorDCLM