El barbero de la sierra

Gil Molina se ha jubilado como barbero o peluquero de una céntrica peluquería, tan céntrica que se llamaba Centro. Ahora, este peluquero y amigo mío durante tantos años, ya está en su querida casa serrana, cultivando su huerto, no solo los fines de semana, y viviendo en la hermosa zona de El Sahúco, famosa por la romería del Cristo de Peñas de San Pedro.

Lo recordaba en su blog otro cliente asiduo de su negocio, Juan Antonio, que, como yo, ahora se siente huérfano de peluquero… y anda en ello, en la difícil búsqueda de encontrar el mejor sustituto posible de Gil que, tras muchos años de trabajo, ha dejado el listón de su buen hacer y de buena persona, muy alto, como seguro que saben sus hijos, en otros menesteres ajenos a la peluquería.

Además, mi barbero favorito de la sierra, sabe bien de cocinar comidas caseras y es de lo más acogedor que uno pueda conocer. Por si fuera poco, me ha aconsejado a un compañero suyo, al que ahora voy todos los meses, aunque me ha dicho Gil que si quiero ir a su aldea, allí como con él y hasta incluso me pela en la silla barbera que tiene, a modo de magnífico museo rural, con gran espejo de época y con los útiles que usaba su padre, que fue, además de barbero, practicante, sacamuelas, matarife, capaor, agricultor… cosas y oficios del momento que vivió.

En fin, que echo de menos a Gil y su barbería, la del Centro, a sus compañeros Pepe y Lucas, este último con sus perdices enjauladas en un patio interior, hablando de la caza y de tantas cosas como se hablan en una peluquería, en este caso de caballeros, aunque inicialmente también lo fue de señoras: fútbol, toros, política, la feria, el tiempo, las vacaciones, la familia… Y esto, siempre en un ambiente muy especial y amigable en el que el bueno de Molina me hablaba, y yo a él, de lo divino y lo humano. Me pelaba como también pelaba a mi padre y a mi hijo y, luego, a petición mía, me lavaba la cabeza, secándomela yo después con el secador, como si estuviera en mi propia casa. ¡Estupendo todo, Gil! Sabes que me acuerdo de ti y que te visitaré más de una vez en tu retiro serrano.

Nicasio Sanchís