¡Pero Leti, cómo le haces ese feo a tu suegra! / Miguel Nieto

Siempre pensé que Letizia era una réplica de la señorita Rottenmeier (ya saben, aquella institutriz encargada de poner normas y aplicarlas con carácter áspero). El desplante a su suegra, léase también la abuela de sus hijas, entra dentro de la casuística y las normas de comportamiento de la monarquía. Leticia enseñó la patita el día que posó junto al entonces pretendiente príncipe Felipe y le espetó que no hablara por ella, que también tenía opinión. Aquella fecha, señalada en mi memoria como el momento en que se definió, me predispuso a pensar que la colega periodista era de armas tomar y después disparar. Se radiografió ante la sociedad y mostró su almario, su personalidad y su forma de ser.

La foto negada a Sofía, suegra y abuela, deja fuera de juego el disimulo con el que se ha venido conduciendo desde que abandonó el plató de televisión. Letizia la ha liado parda y lo sabe, consiguiendo en un flash de diez segundos demoler los cimientos de su reinado tanto como cuando su suegro se fue de safari y toda España se enteró de que no eran elefantes sino picos pardos. Aquel y éste son, tal vez, los momentos en los que la monarquía se ha retratado con mayor crudeza.

Hay cosas en la vida que nunca conseguí imaginar. Una de ellas es cómo hacen el amor los reyes o mis padres. Lo siento, mi cabeza no ha dado nunca para imaginar ese momento. Tampoco me entra en la mollera cómo discuten los que habitan palacios. Tiendo a ser muy primario y creo que las broncas son más de clases medias o bajas, que los señoritos lo hacen con tono suave y como mucho utilizando el sarcasmo o la ironía. Tal vez esté muy influido por Netflix y las series que mamo a cada momento. De ahí mi alteración ante el hecho sobre el que escribo: ¿a qué cuento viene el espectáculo con luz y taquígrafos?

Moraleja, tarde o temprano uno termina por enseñar de la materia que está hecho. Si el carácter es dominante, caso de Letizia, se acaba mostrando a poco que se descuide o relaje. Disimular es un arte que debe ir acompañado de mucha concentración, como la mentira de memoria. A Letizia no le salía de sus reales, nunca mejor dicho, que su suegra pidiera al fotógrafo foto del momento y olvidó el marco y los espectadores que contemplaban la acción. Y así pasó, tiró de entraña y organizó la mundial, que no es otra que decirle a la sociedad que la realeza también tiene mucho de plebeya cuando se relaja.

Ocurrido el hecho, Letizia periodista y ahora reina, sabrá analizar cuánto daño le ha hecho a su imagen y qué medios poner en liza para recuperar lo perdido. Difícil lo tiene si no enmienda la plana y cuenta en propia boca a qué se debió el feo a su suegra. No vale que una amiga periodista diga que está desconsolada y triste. Si tuvo arrestos para cortar al príncipe en su día y ahora poner en solfa a la Corona, también debe tenerlos para afrontar el hecho y pedir perdón por ser tan Rottenmeier. Y si no quiere hacer lo uno ni lo otro, está tardando en llamar a Sofia (cuarenta años de reinado y ni una mácula) y decirle para que se sepa algo así como “suegra, es lo que hay y por mucho que lo intente no lo puedo mejorar, discúlpame”.

Y a cuenta de lo sucedido, ¿ustedes creen que el rey Felipe le afeó la conducta? Pues también me cuesta imaginar la escena. Es más, el valor en este caso ni se lo supongo. ¡Qué razón llevaba Sofia cuando dijo que no tenía fotos con sus nietas!

MiguelNieto/periodista