¿Quién querrá ser el relator de la esquizofrénica política española?

Si es probable que se mate al mensajero, el relator ha pasado ahora mismo a ser el principal sospechoso de la nada que se debate en el fondo del marasmo. La política española ha entrado en fase de prescripción aguda cuando la figura de un supuesto mediador, que diera fe de lo tratado en posibles negociaciones sobre la situación en Cataluña, se convierte en una especie de caja de los truenos, un dron cargado con material nuclear, una propuesta aberrante que debe indignarnos a todos. Los líderes de los oposición, o la triada de la demencia, nos convocan a que salgamos a la calle como hordas para derribar al gobierno por la ocurrencia de elegir a una persona parecida a un notario que de fe de las conversaciones para intentar dar salida al embrollo catalán.

Todos los medios sitúan al presidente de Castilla-La Mancha como uno de los barones socialistas que se ha opuesto a la figura del mediador ya que, según ha dicho Page, no se puede alimentar a parte de la sociedad catalana con la idea de que vaya a ser posible un referéndum de autodeterminación. Se trata de una reflexión sensata, un punto de partida sobre un posible diálogo, algo sin duda innegociable. Entonces, el presidente del PP de Castilla-La Mancha, Paco Ñúñez, anuncia que pedirá la dimisión de García-Page “si no se retracta de su ofrecimiento a Pedro Sánchez para ser interlocutor entre España y Cataluña”: ¿Dijo eso Page? 

El marasmo de la política. Ahora ser un interlocutor, relator o mediador para intentar acercar posturas sin traspasar límites como pide Page, es algo deleznable pero no lo es que las nefastas negociaciones del Gobierno de Rajoy con Cataluña, con Soraya Sáenz de Santamaría como principal mediadora, llevaran a una situación límite en las calles, a la celebración de un referéndum ilegal y a la aplicación del 155, con el apoyo de Pedro Sánchez al tratarse de un grave asunto de Estado. Luego vino la judicialización del conflicto y los políticos, a las cárceles.

Parece que el PP atesora éxitos en las negociaciones con espías y portadores de maletines en sus tramas corruptas pero no puede presumir de haber mejorado un ápice el conflicto catalán, todo lo contrario. Ciudadanos se alimenta del mismo conflicto igual que los independentistas crecen con las soflamas de los nacionales. Y ahora, para colmo, aparece Vox como relator de la grandeza y la dignidad, un grillo más que eleva su voz en la algarabía de la paranoia política de la enajenación y el culto a las vísceras.

Indignados estamos realmente, pero no por este asunto menor del relator montaraz convertido en el detonante de la tercera guerra mundial. Estamos indignados por la burda utilización permanente de la política con la única intención de ocupar el sillón de La Moncloa tras una moción de censura que fue realmente una moción por la dignidad de España. Indignados y absortos por lo poco que le interesa a la triada de la demencia resolver de verdad los problemas de los españoles en esa ciega carrera que basa todo su esfuerzo político en derribar a Sánchez y ocupar la Moncloa, con o sin testigos. Dicen que el presidente se aferra a su sillón pero ellos se agarran como garrapatas y encienden los ventiladores de sus altavoces para lanzar soflamas a los cuatro vientos utilizando para ello la brecha más grave en la convivencia que hemos sufrido en los últimos tiempos en esta España a la que tanto quieren y tanto defienden. El desafío catalán es la principal bandera de la triada demente, su alimento, su coartada política, no para intentar moderarlo ni resolverlo sino para hurgar con su palito sin importar si las moscas se vuelven a enredar inflamando un poco más a la pacífica sociedad española.

Nadie imagina que un gobierno de la triada de los dementes resolvería el conflicto catalán sin pasar por la violencia: nada de diálogo, nada de paz. Del 155 más delirante a la entrada de los tanques pasando por soflamas de reconquista, la demencia bruta que relataría la historia como otro grave error de los que cuestan vidas. 

Realmente hacen falta mediadores sensatos que paren ya esta escalada esquizofrénica que nada construye y nada mejora la situación de España y mucho menos la vida de los españoles.

 DCLM