Malas hierbas: Intereses, populismos y estrategias de partidos

Si hay un asunto que resume bien la actual batalla política en buena parte del mundo es el Brexit. Reúne un poco de todo: intereses, populismo y estrategias de partidos. Otra cosa bien distinta es que el proyecto, el camino y el destino final favorezca o no a los británicos. Tal vez el Reino Unido piense que saliendo de Europa consiga más oportunidades de negocio con países no europeos como Estados Unidos. Puede que quieran estar en misa y repicando, disfrutando además de las ventajas del club europeo sin aportar nada al viejo continente. No se descarta tampoco que el Brexit haya sido un invento de unos exaltados o de unos listos que han movilizado a unos exaltados. Los argumentos son parecidos a los que utilizan, de serie, otros populismos: nacionalismo, ombliguismo, rechazo de “los de fuera”, las banderas que enarbolan los flautistas para que les sigan los borregos hasta perecer ahogados en el río. Luego, el flautista pedirá su recompensa en forma de votos. Y los tendrá. Y si no los tiene elevará el tono de sus amenazas en forma de peligros inminentes de los que ellos mismos pueden salvarnos. La radicalización del populismo encuentra en ocasiones otros filones como la vuelta a tradiciones o hitos de la historia recordando imperios, nobleza, recuperando incluso supersticiones de las que solo puede librarnos un iglesia que practique potentes exorcismos. En el populismo cabe todo lo que arrastra, al margen de la verdad, al margen del realismo porque para desnudar la verdad están las redes sociales, las noticias falsas o los discursos a caballo, al galope de verdades, medias verdades o mentiras que la gente quiere creer. De nada sirve que los informes reales demuestren la verdad del Brexit o del independentismo catalán. Si alguien decide convocar un referéndum para matar a todas las vacas, pobres vacas. Y, finalmente, está el interés político. Un partido vive de las oportunidades del instante. Cada giro puede favorecer sus intereses o perjudicarlos. Esa política llega a adquirir una vida propia en el interior de una burbuja donde el bien general no es muchas veces el principal objetivo. Todo lo contrario, si hay que sacrificarlo, se sacrifica.

Y no es sencillo desbrozar tantas malas hierbas.

elObservadorDCLM