La siembra de la crispación

Un poco de paz nos vendría muy bien a todos en este año que empieza. Llega 2023 lleno de incógnitas, pero arrastrando mucha crispación desde el mundo político al de la sociedad y al cercano mundo de los hogares. La política se ha convertido en un espectáculo escasamente auténtico, genera mucho ruido dentro del todo vale para destruir al contrario. Destruir es la palabra, destruir es la única intención, ir minando la imagen del otro para ocupar su lugar, el poder. 

La imagen se traslada a través de los medios y entra en los hogares donde también aumentan los episodios de violencia entra parejas, maridos, mujeres, hijos, abrimos nuevas ventanas negras como la primera del año en Piedrabuena, Ciudad Real. 

Existen pocos referentes, pocos altavoces que extiendan la música de los verdaderos valores de los seres humanos, el amor, el apoyo, la complicidad, la suma de esfuerzos. Las rupturas parecen en nuestra época más fáciles, más habituales que el trabajo de cada día por mantenerse unidos, por comprender, por soltar, por abrazar en vez de por aumentar la crispación.

No parece probable y mucho menos en los tiempos electorales en los que entramos que el mundo político ofrezca ejemplos de colaboración y mucho menos de apoyo para mejorar la vida de los españoles ante cualquier tipo de inconveniente o de amenaza interior o exterior. Todo lo contrario.

Y no se trata tanto de hacer leyes contra la violencia sino más bien de sembrar la paz y el diálogo. Que seamos los ciudadanos, las personas quienes exijamos un clima de concordia para solucionar mejor nuestros problemas en vez de desear que todo vaya lo peor posible como arma arrojadiza que mejore las encuestas.

elObservadorDCLM