María Segunda

María Segunda entró en el supermercado con una navaja. Estaba dispuesta a todo con tal de dar de comer ese día a sus hijos. Su marido se había largado con su droga y con sus furcias. Se acercó a la caja, apuntó la afilada directamente a los ojos del empleado y le dijo: "di que me preparen un pedido completo, rápido o te saco los ojos". Todo salió a pedir de boca y ese día los hijos de María Segunda por fin comieron y aún les sobró para más de una semana. Con la barriga llena y animada por el éxito de su empresa, María Segunda salió a buscar un empleo y lo encontró como cajera de un supermercado. Le pusieron un uniforme y una plaquita con su nombre, trabajaba ocho horas casi sin parar mientras sus hijos iban al colegio y luego se quedaban un rato con la vecina, la bella Claudia. María Segunda pensaba a menudo qué haría si una mañana le acercara a los ojos un cuchillo una mujer desesperada.

Edgar