En esquetú meteórico

Quien afirme que existe un tiempo determinado en el que se estima la aparición de los primeros brotes de los esquetú en la pareja, miente. Miente directamente, ya que cada pareja, incluso cada miembro de una pareja recurre a este tipo de reproche en función de una evolución muy diversa que incluye numerosos factores desde el incumplimiento de unas expectativas previamente fijadas, ardor de estomago, falta de reconocimiento o de cariño, cansancio o simple constatación de que tus mejores cualidades ya no son celebradas por tu ex cómplice. 

A lo largo de mi vida he recibido esquetús en forma de queja o de reprimenda. El esquetú en forma de queja invita a un revolcón inmediato mientras que el esquetú en forma de reprimenda puede causar daños irreversibles en las neuronas del equilibrio cognitivo. Lo que nunca me había sucedido es lo que yo llamo el “esquetú meteórico” ya que se produjo en nuestra primera cita. La primera. Habíamos hablado mucho por teléfono y nos entendíamos en modo entusiasmo, coincidencias, descubrimientos y hasta risas. Decidimos quedar por primera vez en un parque. A mi no me gusta llevar el móvil cuando salgo a la calle porque pienso que me quema los huevos, el caso es que ella no apareció por ninguna parte o yo no la vi, y tras dar muchas vueltas me volví a casa. Tenía varias llamadas suyas. La llamé. Estaba enfurecida de esquetús, un esquetú por aquí, otro por allá, cientos de esquetús por todas partes. Pensé en colgarla y lo hice, joder. Se lo conté a un jugador de tenis y me dijo que si desde el primer set empezaba con esas, lo mejor era largarse de la pista cuando antes. También me aconsejó que dejara a la rusa.

Kimi