¿Cómo ven los pimpollos a los pollos?

Se habla de regeneración y por lo malacostumbrados que estamos rápidamente lo asociamos a la corrupción y a las viejas formas de proceder en política, con técnicas oscuras y tejemanejes varios.

Por el ‘No-Máster’ de Cristina Cifuentes hemos vuelto a escuchar lo de regeneración como exigencia al partido de Ciudadanos -que nos viene vendiendo eso desde su creación-, pero por la raíz del propio nombre común, su significado lo podemos extender a otros ámbitos. Por ejemplo la actualización de los candidatos.

La actualización no obligatoriamente tiene que obedecer a la edad de ellos, sino que al igual que en las diferentes áreas profesionales nunca se deja de aprender, nuestros políticos deberían actualizarse, en sus acciones y en sus maneras, e incluso en el lenguaje.

El mero hecho de hablar como un político tira para atrás a todos los pimpollos a los que nos aburren las frases hechas tan manoseadas que se transmiten de generación en generación. La originalidad y la diferenciación son valores al alza en nuestro mundo.

Las nuevas formas de hacer política están premiadas y lo podemos ver con ejemplos en el ayuntamiento de capitales como Madrid o Valencia, cuyos veteranos alcaldes recogen la simpatía de los más jóvenes porque hablan y piensan como ellos. Sus maneras no siempre fueron así, han ido evolucionado y acoplándose a la rueda del tiempo encontrándose en el mismo punto.

En un estado laico, en el que un adolescente de nuestro tiempo empieza a coquetear con su entorno, debe costar entender que cuatro ministros de su país “sean novios de la muerte” y pongan banderas a media asta en los cuarteles militares por la muerte de cristo.

En la política como en otras disciplinas o te reinventas o estás muerto. Los pimpollos estamos hartos de los pollos, sobre todo de los de corral, que no dejan eclosionar otros huevos.

El Observador.