2000 años de toros (I)

Ante la creencia casi general de que la Tauromaquia es cosa española, hay que decir que sobre ello hay mucho mito. Lo cierto es que en España fue donde arraigó verdaderamente, se desarrolló, evolucionó y donde se ha mantenido hasta la fecha.

En esta España nuestra hay una vieja casta de hombres a los que se les llama toreros y nacen con una ornamental vocación de morir antes de tiempo. La ética del toreo consiste en conjugar el heroísmo con naturalidad, entendiendo la vida como cosa feudataria del destino trágico y la tragedia misma como un festivo acto de servicio.

Se sabe que en la cultura prehistórica el toro ya jugaba un papel importante. Así lo ponen de manifiesto las numerosas pinturas encontradas en las cuevas de toda la península ibérica y que habitaron nuestros ancestros. Aunque parece que, en aquel tiempo, el toro era solo una cotizada pieza de caza.

En la Hispania Romana, sin embargo, hay constancia de espectáculos en los que el hombre se enfrentaba al toro en recintos habilitados para ello. Si damos por bueno el testimonio de Beurlier, aparecido en su memoria editada en París en 188, las corridas de toros, o combates de toros, nacieron en Tesalia y esta actividad era la favorita de la élite y de la juventud. Un verdadero juego nacional.

Muchos han sido los historiadores de la Fiesta y, sobre todo, Francisco de Cossío, cuyo Tratado Técnico e Histórico viene a ser una gran doctrina. Otro excelente aficionado, Fernando Claramunt, nos dice que “el estudio de cada una de las menciones del fenómeno taurino en los autores antiguos, pone de manifiesto la transición entre lo histórico y los mitológico, para lo que los griegos estaban bien dotados.”

Desde Tesalia pudo pasar la Tauromaquia a otras áreas de Grecia y Asia Menor: Eleusis, Éfeso y Caryanda. Eran fiestas con presidente, cargo que debía comportar honores y responsabilidades. La distribución de carnes, concluido el festejo, era una de ellas.

En el mundo romano las corridas son introducidas por Julio César según el modelo de Tesalia. De ello nos habla Plinio en uno de sus libros. Los emperadores Claudio y Nerón halagaron los gustos del pueblo fomentando estos espectáculos.

El Anfiteatro de Pérgamo, en Asia, se llenaba con motivo de las fiestas de toros en honor de los emperadores romanos. Los magistrados municipales se congraciaban con la muchedumbre ofreciéndoles corridas. Clodio figura entre los personajes que en la villa de Pompeya organizó espectáculos taurinos unos tres años antes del nacimiento de Jesucristo.

Ángel Alcalde