Otro dilema de Emiliano García-Page

No queremos pensar que la política del agua de Pedro Sánchez con respecto a nuestra región tenga nada que ver con pasadas rencillas en el seno del PSOE. A nadie se le escapa la implacable campaña de desprestigio contra el presidente del Gobierno de España desatada a través de numerosos medios de comunicación, mientras la televisión pública ha vuelto a demostrar una imparcialidad política que solo encuentra antecedente en el gobierno de Rodríguez Zapatero. Aún así, con nueve de cada diez medios influyentes volcados contra el presidente, la encuesta del CIS asegura que el PSOE ya se encuentra a diez puntos del PP y de Ciudadanos y que el efecto Casado es más negativo que positivo. Buen intento en todo caso: los votantes socialistas ya conocen quién mueve y con qué intención estas campañas mediáticas.

Existe, por otra parte, una relación más o menos directa entre las expectativas electorales nacionales y las regionales. En Castilla-La Mancha se diferenció siempre entre ambas, poco influía en gobiernos como el de José Bono que el PSOE pasara por malos momentos a nivel nacional, una cosa era España y otra nuestra región. O José Bono.

Sin embargo, la caída de Rodríguez Zapatero arrastró en buena medida la de José María Barreda en Castilla-La Mancha, si bien el manchego había cometido sus propios errores en comunicación y tal vez en el deterioro del pago a los proveedores. Zapatero sufrió una campaña de desprestigio en los medios similar a la que ahora se cierne sobre Sánchez. Puede achacarse al gobierno socialista una falta de coordinación, el contraste de opiniones antes de adoptar decisiones importantes pero, en el otro platillo se encuentra una política de más nivel, de más peso y de mayor contenido social. Aún con todo lo que se está publicando, la figura de Pedro Sánchez destaca claramente ante la de Casado y Rivera.

Aunque ha mejorado notablemente la situación de nuestra región con respecto a cómo la dejó Cospedal, cabría también preguntarse si García-Page ha conseguido identificarse ya con la marca Castilla-La Mancha como hizo Bono, eso que algunos llamaron populismo y que tenía mucho que ver con la defensa, la voz y la presencia en el mapa de nuestra tierra.

El presidente de Castilla-La Mancha tiene la obligación de defender el agua del Tajo frente al trasvase aunque se deba en este caso enfrentar con Sánchez, pero seguro que también valora la importancia de la unidad de todos los socialistas ante los ataques orquestados a través de la mayoría de los medios y por su propio interés ante las próximas elecciones.

Aunque realmente García-Page cuenta también a su favor con la importante baza del deterioro político que le están regalando desde las filas del Partido Popular de Castilla-La Mancha que parece retroceder a sus peores tiempos, sin prestigio, sin imagen y sin un futuro cercano.

elObservadorDCLM