Mi casa

No se si los recuerdos de la casa de mis niñez, son recuerdos o sensaciones. Veo una entrada grande con dos sillas de madera donde poner una goma y poder saltar.

A la derecha la cocina,  aún estaba la de leña, ya sin usar, donde mi madre me planchaba el pelo para quitarme esos rizos que ahora tanto deseo, y sustituida por una eléctrica puesta a su lado. 

La fresquera: una ventana pequeña con una malla donde conservar alimentos con el frío d de la calle, la nevera, que no hacía hielo sino que un señor llevaba barras enormes y allí se conservaban  y una mesa de mármol. Frio.

Al lado una habitación que había sido la carbonera y que fue habilitada como cuarto de estudio de mis hermanos. Prohibido entrar.

A la izquierda de mi goma de saltar, el comedor, que antes no se llamaba  salón, con una mesa camilla grande con faldillas y brasero, por supuesto, donde comíamos siempre juntos y sentados en el mismo lugar. Yo en una silla alta de madera que había sido azul y ahora era rosa. 

Una vitrina con regalos de boda de mis padres y dos sillones orejeros, uno para él y otro para ella, donde nos sentábamos todos, hacían el marco de entrada al mirador  y allí el sol, mis muñecas, el pájaro que nadie quería y siempre se renovaba con el mismo nombre” pírri”.

Al otro lado, la mesa y el aparador de madera, donde celebrar, donde juntarse, donde era fiesta. El sitio importante.

Escalera, teléfono en sitio preferente. Piso de arriba: cuarto de baño, bañera enorme, dormitorio de mis hermanos, dormitorio de mis padres y yo tan pequeña con una cama  a su lado.

El recuerdo de la casa de mi niñez es la sensación de ser feliz.

Teresa