Las urnas las carga el diablo

Los votantes progresistas asistimos perplejos a la posibilidad de enfrentarnos a una nueva convocatoria de elecciones como consecuencia del pulso que mantienen Sánchez e Iglesias, el primero por excluir a Podemos del Consejo de Ministros y el segundo por garantizar la presencia de su formación en el nuevo Gobierno. Y es que nos enfrentamos a una polémica inédita en más de siglo y medio de larga historia de la izquierda española, siempre protagonizada por las ásperas discusiones programáticas e ideológicas. El resultado más previsible sería una fuerte desmovilización y una más que merecida derrota que pagarán los de siempre, las víctimas olvidadas de la crisis.

Pese a los hiperliderazgos de sus dirigentes, las izquierdas españolas nunca vivieron una situación parecida a la actual. No ocurrió entre el PCE de Santiago Carrillo y el PSOE de Felipe González tampoco entre la IU de Anguita y el PSOE de González y mucho menos entre Almunia y Frutos, que hicieron públicas sus intenciones de gobernar juntos antes de las elecciones y sufrieron una fuerte derrota por un entonces imbatible Aznar. Nunca hubo como ahora tantos recelos y tanto torpedo mediático lanzado a la línea de flotación del adversario-socio de gobierno.

Es cierto, como argumenta Iglesias, que los escaños de PSOE y Unidas Podemos suman 165, pero no lo es menos que faltan once escaños para alcanzar la mayoría absoluta. Ese factor cuantitativo no es, por supuesto, un dato para negarle el acceso al Consejo de Ministros, pero si Podemos no hubiera perdido 30 diputados por las divisiones internas y los errores de sus líderes, seguro que hoy Sánchez no estaría en condiciones de impedirlo, puesto que estaríamos hablando de una mayoría absoluta de 195 diputados.

Si Sánchez e Iglesias están enzarzados en una lucha fratricida que los resultados del 28 de abril no hacían prever, se debe a un ejercicio de futurología que politólogos y tertulianos de guardia han llamado ‘suma España’. Esto es, la posibilidad de que PP y Ciudadanos concurran, como en Navarra, con una candidatura única en las circunscripciones rurales en unas hipotéticas nuevas elecciones. Esto les daría mayoría en ambas castillas, Extremadura, parte de Andalucía, Aragón… Claro, que este espantajo exhibido de manera interesada por quienes tertulian con argumentario pagado choca con la cruda realidad: Ciudadanos sigue en la disputa por el liderazgo de la derecha y no parece que vaya a seguir pegándose tiros en los pies. En realidad, suma España, no es otra cosa que un sueño húmedo de Casado repetido como un mantra por sus voceros.

Sánchez se ha agarrado a este espantajo y amenaza a Iglesias con unas nuevas elecciones que podrían suponer el salto de Errejón a la escena nacional con su ‘Más País’ (en PRISA deben estar encantados con la publicidad gratuita) y la consecuente pérdida de escaños de Unidas Podemos. Puede que así sea, que Errejón rasque algún escaño a Iglesias, y puede también que muchos votantes socialistas vean en Errejón un voto más coherente que el de Sánchez y se retracten del voto útil del 28A y Más País rasque más votos al PSOE que a Podemos. Así, teniendo en cuenta que las urnas las carga el diablo, Iglesias podría perder algunos diputados pero Sánchez podría perder La Moncloa si se convocan elecciones en noviembre.

Se dice por ahí que la incapacidad de ambos para dialogar, negociar y alcanzar un acuerdo programático y un gobierno conjunto, tanto da que lo llamemos de Cooperación o de Coalición, los inhabilita para liderar a sus partidos en caso de nuevas elecciones. Esto puede parecer propio del cuñadismo, pero corre como la pólvora junto a los llamamientos a no votar. Lo dicho, las urnas las carga el diablo.

elObservadorDCLM