IES Ciudad de Jaén: dos suicidios por acoso en cuatro años

Andrés era un chico tímido de 16 años, en plena adolescencia, cuando la realidad comienza a reinar en la vida de las personas. No pudo terminar su curso en el instituto de A Coruña. Había llegado el momento de cambiar de casa era necesario viajar hasta Madrid, hasta el barrio de Usera y matricularse en el Instituto Ciudad de Jaén de orcasitas para terminar el curso.

No podía hablar con "su chica", porque a su padre no le gustaba Andrés. Quien ha experimentado la soledad de ser "el nuevo" en un aula de adolescentes, sabe bien de qué va todo esto. Cuesta trabajo entrar en los grupos que funcionan desde hace meses o años y no siempre se facilita la entrada. Mucho más difícil cuando se es tímido y todo puede complicarse aún más cuando existen los "gallitos de pelea" a quienes les gusta dar la nota, sin ningún tipo de empatía ni sensibilidad a cuanto le rodea.

Compañeros y profesores tienen un trabajo "extra" que realizar, que no es otro que el de buscar la integración del nuevo elemento del grupo, pero todos llevamos prisa. Demasiada prisa en ocuparnos de nosotros mismos sin tener en cuenta las circunstancias vitales de quienes el azar nos ha colocado al lado por sorpresa.

Andrés tenía 16 años y el 26 de marzo le contó a su tutora que "sufría un infierno", pero sus palabras no debieron ser muy convincentes porque había sabido dotar a sus movimientos de una fuerza extraordinaria que evitara el llanto en el aula. Tal vez esta fortaleza aparente fue la que no dejó ver a sus compañeros la realidad de su día a día, siendo la marioneta de un descerebrado y sintiéndose atado a los hilos de alguien sin escrúpulos que había sido capaz de robarle el móvil y las llaves de su casa, solo para demostrar su superioridad.  Para marcar su territorio.

En su carta "suicida" Andrés pregunta a su verdugo en serio, ¿creíste que tus palabras no me hacían daño? ¿Qué tus bromas alguna vez me hicieron gracia? ...No lo entiendo, todo el rato fui un chico que no molestó a nadie, ni siquiera te molesté a ti, entonces ¿por qué siempre te acercabas para tratar que mi vida fuera un infierno?, mientras en el silencio de su habitación pensaba  ¿tengo que estar así siempre? ¿Viviendo con temor y no pudiendo dormir cada vez que venga un tío así? Desgraciadamente sus cavilaciones le llevaron a una conclusión Me di cuenta de que no tenía más fuerzas para seguir en esta vida, así que, después de meditar, me di cuenta de que había una sola salida para mí. Una que pensé que nunca tomaría... el suicidio.

La búsqueda de la paz y la felicidad habían dejado de ser un objetivo para ser una necesidad vital que no llegaba. Pueden llamarme valiente, cobarde, exagerado, no me importará. Por fin, algo que me digan no me dolerá más, y ahora voy a hacer lo más doloroso en mi vida para alcanzar mi último objetivo: descansar en paz. A ver si mamá tiene razón y Dios existe.

Y se lanzó desde el sexto piso de su casa en Usera.

Cuatro años antes lo hizo Arancha, también alumna del Ciudad de Jaén de orcasitas, también 16 años, también se lanzó desde un sexto piso y su causa también fue el acoso escolar. Ambos dejaron por escrito sus intenciones. Andrés una carta dedicada a su madre. Arancha una despedida en su grupo de whatsap a las amigas en la que decía "Estoy cansada de vivir".

El ciudad de Jaén, un instituto con dos suicidios por acoso escolar en tan solo cuatro años.  Ahora podremos preguntarnos qué falla. Quien tiene responsabilidad sobre estas muertes. Qué estamos haciendo mal. Nos preguntaremos si estas muertes pudieron ser evitadas, pero nuestras respuestas ya no le interesan a Arancha ni a Andrés.

P. Moratilla