La alcaldesa de Albacete no tiene quien le escriba

Parafraseando a García Márquez en su novela "El coronel no tiene quien le escriba", la alcaldesa de Albacete, Carmen Bayod, tampoco está sobrada de misivas a juzgar por el ambiente raro, raro, raro, que ha creado entre su equipo de colaboradores y concejales.

La cosa, según las fuentes consultadas, viene de largo y está cimentada en la desconfianza y las pocas funciones que delega, controlando hasta la respiración de los que le rodean, lo que ocasiona tiranteces y malos rollos en el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Albacete.

De esa desconfianza, y porque no le gusta que le lleven la contraria, aunque la contraria le beneficie en su acción política, surgió hace unos días el cese de una de sus colaboradoras más estrechas, la periodista Irene Soriano, la cual no ejercía precisamente de asesora de prensa, que ha sido defenestrada y relegada a la Diputación después de que Bayod ya no la aguantara. Este hecho, que no puede ser criticado porque la alcaldesa tiene la potestad de nombrar y cesar a su equipo, sin embargo ha destapado el cajón de los truenos, como se dice por aquellas tierras manchegas, y ha dado que hablar de los modos y maneras que aplica en su mandato. Unas formas que, según fuentes bien informadas -que jodido es caer en el tópico cuando no puedes decir quién te lo ha contado porque se juega la cabeza-, también le han creado problemas de relación con el concejal de Hacienda y con el de Urbanismo. El primero, un peso pesado en la corporación, mientras que el segundo podríamos llamarlo semipesado por el protagonismo que ha perdido la concejalía en tiempos de crisis y falta de proyectos urbanísticos.

De Juan Carlos López Garrido, Hacienda y Portavoz, cuentan que éste no le aguanta que se inmiscuya en su gestión. Aclaramos: no es que la alcaldesa no sepa y se entere de lo que hace su mano derecha, no es eso, si no que éste toma decisiones libremente y las aplica con autonomía. Se comenta que esa forma de actuar del concejal llevó a Bayod a querer sustituirlo en la responsabilidad de alcalde accidental cuando ella no estuviese en la ciudad, cosa que no permitió López Garrido. ¿Es verdad o exageran?

Otro de los que presentaron como fichaje estrella en la campaña electoral, Cesáreo Ortega, Turismo, Ferias y más cosas, está que echa las muelas porque su paso por el consistorio es calificado por un compañero como de "alma en pena". Si el rollo con la alcaldesa no pasa del saludo protocolario, peor lo tiene con el concejal de Hacienda, con el que dicen "se entienden a palos" por cuestiones personales y de vecindad.

Así las cosas, sumados los desafectos, celos, protagonismos y el despiste del periodista que la asesora, al que califican de "subidito de tono, que no le hace ningún favor con su trabajo a la jefa", dicen los que saben que Bayod está construyendo a su alrededor un muro de damnificados que le podría traer algún quebradero de cabeza.

Al parecer, y sin ningún fundamento, Bayod teme que le muevan la silla y ese podría ser el motivo de querer acaparar todo el protagonismo. Pero claro, la jugada de estar más "vigilada" a partir de ahora la ha provocado ella misma aceptando que el puesto que deja Irene Soriano lo ocupe un hombre al que denominan "puro aparato", es decir que tiene hilo directo con los que mandan en Albacete, entre ellos su anterior jefe Francisco Núñez.

Eso tiene una parte buena y una mala. La buena, que sus aciertos se amplificarán en la sede del PP; la mala, que sus errores, y parece que de estos hay más, también serán analizados con lupa.

Visto lo visto y con el ojo puesto en las próximas elecciones, Carmen Bayod se enfrenta al reto de revalidar la mayoría con un equipo que cree lo justo en ella, que está dividido y que despierta los fantasmas del pasado, que son los que la llevaron a ser la candidata a pesar de las encuestas internas de su partido: obvia decir que no era la más valorada.

A pesar de ello, y proyectando el futuro, no debe temer la alcaldesa que la remuevan del puesto de candidata porque de hacerlo, cuando se tiene una mayoría tan holgada, se estaría mandando un mensaje a la ciudad, un mensaje negativo: Ni los suyos la quieren. Por tanto, el futuro despejado.

Por cierto, no contamos lo que hizo un concejal para poder despedirse de la asesora. Libre, lo que se dice libre, no se sintió.