El empirismo trotskista de Vox

Uno de mis favoritos en la lista top de Vox es su europarlamentario Jorge Buxadé. Durante una visita a Toledo, Buxadé propuso destinar el Convento de San Gil, actual sede de las Cortes de Castilla-La Mancha, como nuevo cuartel de la Guardia Civil en la capital regional porque actualmente, dijo, “solo sirve para sacar leyes contra los españoles”.

Más allá de este flipante argumento, me consta que, durante la campaña electoral, este medio, DCLM, planteó una entrevista al líder de Vox en Castilla-La Mancha en la que, a la vista de estas declaraciones, se le preguntaba si en caso de obtener escaños en las Cortes, los de Vox acudirían a sus plenos y comisiones como diputados o como miembros de la Benemérita. Obviamente, nunca respondieron.

El simpático asunto no se queda ahí, naturalmente, porque todos sabemos que una de las propuestas de Vox es acabar de un plumazo con el estado de las autonomías, consagrado en nuestra Constitución que tanto defienden, y devolver todas las competencias a un estado centralista. 

Además de que las Cortes de la región “sacan leyes contra los españoles” -hay que joderse, Jorge- la idea es laminar instituciones para, finalmente, ahorrarnos a todos dinero público.

La siguiente pregunta, que no van a contestar, es por qué se presentan a las elecciones autonómicas y por qué se convierten en representantes de los ciudadanos en una institución que consideran negativa para los españoles y que, por tanto, quieren eliminar. 

Podríamos pensar que se trata de una contradicción más, dentro del abanico casi completo que hemos vivido en el caso de la flamante presidenta de Extremadura, la pepera María Guardiola. Puso a parir a Vox con argumentos muy contundentes, tanto que llegó a parecernos a todos que al fin aparecía una política del PP sensata y de sólidas convicciones. Recordemos otra vez sus palabras sobre Vox: 

“Yo no puedo dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a la papelera la bandera LGTBI (...) Ahora mismo no es el poder lo que está en juego. Es la dignidad de esta tierra. Ellos han antepuesto sus ansias de poder y esa soberbia al cambio. En Vox sólo he encontrado zancadillas, desunión y ansia. Todo se ha teledirigido desde Madrid porque... ¿qué importa Extremadura? No le importamos nada. Hoy se ha presentado el capataz del señor feudal. Hoy ha venido el líder de Vox a decir los extremeños qué tenemos qué hacer y qué no. Me parece una vergüenza y un bochorno".

Por aquello de que los extremeños se tocan, María Guardiola ha dejado entrar en su gobierno a Vox y ha llegado a ser presidenta de Extremadura con el apoyo de Vox aunque la del PSOE fue la lista más votada en la región, amigo Feijóo.

Volviendo a la participación de Vox en unas instituciones que quieren eliminar, creo que Abascal y sus mercenarios políticos que, como se sabe, son muy instruidos en filosofía e historia, han tomado prestada del ucraniano Leon Trotsky la idea del “entrismo”, una táctica política ideada por el creador de la Cuarta Internacional que consistía básicamente en socavar desde dentro las instituciones. Así, muchos trostkistas entraron en grandes partidos de masas para convencer desde dentro a sus militantes y volar por los aires a los bolcheviques liderados por Vladimir Lenin que, en nuestro caso sería Núñez Feijóo, reencarnado.

Es también sabido que Trotsky, centralista como los de Abascal, fue exiliado y finalmente asesinado por un agente español que seguía las órdenes de Stalin. 

Una de las estrategias que utiliza Vox para acabar desde dentro con el estado de las autonomías es subirse desmesuradamente los sueldos como primera medida nada más entrar en ellas. La idea es clara, ya que se trata de llevarlas a la bancarrota o estrangularlas con el fin de ahorrar dinero público a los españoles.

La verdad es que cuesta mucho entender a estos chicos de Vox como Abascal que lleva toda su vida viviendo del dinero público en diversos y rocambolescos cargos y que ahora se presentan como los salvadores de las arcas trotskistas.

Gloria Gallas