Energía. Ayuso puede pagarla, pero Madrid y España no

A veces las sensaciones que provocan los dirigentes políticos son de orgullo, sobre todo cuando vemos que son capaces de tomar decisiones, que van implicar un esfuerzo por parte de la ciudadanía y aún a riesgo de perder un puñado de votos lo hacen para preservar el futuro de la comunidad.

Otras veces, las decisiones tomadas por algunos dirigentes políticos nos inclinan a la rabia, sobre todo cuando son contrarias a sus propios discursos, como ha sido el caso de Unidas Podemos absteniéndose en la votación de la propuesta que pide que se ponga en marca la obra de construcción del ATC de Villar de Cañas.

Incluso hay decisiones y opiniones de algunos políticos que dan vergüenza ajena, como cuando Vox habla de la violencia de género y niega lo evidente, manifiesto y palpable, 26 mujeres asesinadas en España en lo que va de año.

Pero hay algunos políticos que lejos de provocar orgullo, rabia o vergüenza, lo que provocan es una enorme arcada (con perdón), en la que se teme por el estómago, para dejar salir una buena dosis de “asco”. Sobre todo cuando esos políticos con sus discursos “populistas” muestran la falta de solidaridad, la poca empatía, la nulidad para el trabajo en equipo. Este es el caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid que ya ha adelantado que no apagará las luces de los escaparates a partir de las 22.00 horas cuando estén inactivos porque “espantará el turismo y el consumo”.

Es una pena que Ayuso no haya visto jamás la belleza de la ausencia de contaminación lumínica para contemplar las estrellas. Tal vez sería una buena idea facilitar que los madrileños puedan contemplar la noche y sus estrellas sin tener que alejarse de la capital 100 kilómetros. Pero lamentablemente la presidenta de Madrid solo conoce la belleza de las luces de neón y pasa olímpicamente de la belleza natural.

Es una pena que para la máxima dirigente del Gobierno de Madrid, el hecho de apagar las luces de los escaparates a partir de las 22.00 horas cuando esté inactivo, provoque “oscuridad, pobreza y tristeza”.

Tal vez su juventud la haya hecho olvidar un slogan de la época franquista, en el que se pedía también un recorte en el gasto de la luz, y decía “Usted puede pagarlo, pero España no”.

Estamos en el mismo punto cincuenta años después, y es preferible apagar los escaparates a partir de las 22.00 horas (cuando estén cerrados los negocios), que tener que pasar frío en invierno o no poder encender el aire acondicionado en el verano.

Es preferible apagar los escaparates a que se queden sin luz ininterrumpidamente las empresas, los negocios, las viviendas o lo que es peor, las escuelas o los hospitales.

Es preferible apagar los escaparates a que haya gente muriendo de golpes de calor en las calles o de frío cuando llegue el invierno

Decir que apagar los escaparates “provoca oscuridad, pobreza y tristeza” es desconocer la España rural. No saber distinguir la belleza de la vulgaridad. Es desconocer las normas europeas, es permitir el triunfo de la insolidaridad y el egoísmo y provocar la derrota de la empatía. Porque Ayuso podrá pagar las facturas de la luz pero ni Madrid ni España se pueden permitir el lujo de adornar las calles a costa de las empresas, entre otras cosas porque las empresas tampoco pueden.

Una vez más, la nota discordante vuelve a ser Madrid, y no por la belleza de sus calles ni la solidaridad de sus gentes, algo de lo que bien puede presumir, sino por el esperpento que tiene como presidenta, capaz de subir el tono de voz por encima del de su jefe de filas, Feijóo, que tal vez una vez más asumirá las afirmaciones de la madrileña.

P. Moratilla