Tinta de calamar o pimentón

En los últimos días se han apuntado muchos políticos y fanáticos a la técnica de la tinta de calamar o del pimentón, que es mancharlo todo de negro o rojo. Ha sido un procedimiento bien orquestado porque se ha colado en los medios de comunicación y se precipitaba entre los temas más comentados en las redes sociales.

Lo habrán leído, infinitos políticos de uno y otro lado han mentido en sus currículums. Lo reflejan sus biografías en páginas de “transparencia” en las webs de sus partidos o de las administraciones en las que ostentan responsabilidades. Si situáramos estas noticias en otro país de la Unión Europea nos escandalizaríamos, pero no obstante somos ese país en el que todos tenemos inglés medio. Es por eso, que estas noticias nos dan para una charleta a la hora del café pero no nos abochornan.

Son las diferentes tragaderas que tenemos en España, país en el que solo encendemos la alarma cuando nos tocan el bolsillo. Y ahí radica la diferencia entre la petición de dimisión de Cristina Cifuentes y de todos los infinitos políticos que se han puesto algún titulillo demás en su carta de presentación profesional.

Cristina Cifuentes ha utilizado su posición política para obtener un título de máster en una Universidad Pública. Por lo tanto la presidenta de Madrid no ha mentido en cuanto a su currículum, pero nos molesta que el resto de mortales ha dedicado mucho tiempo y dinero a la obtención de ese título, y a ella le ha bastado con estar bien relacionada. No hay delito por engordar un currículum, pero sí existe la falsedad documental en el Código Penal.

No obstante la sola mentira debería ser motivo de dimisión. Y Cifuentes se embarra en sus mentiras, hasta arriba de tinta de calamar y de pimentón rojo. De momento no se va, se queda y además se permite el lujo de dar lecciones de ética y educación a quién la señala.

El Observador.