La Vega Baja, el reino visigodo y el reino de Marañón

No es fácil que alguien sea tan osado como para contradecir a Marañón, nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha, en febrero del año pasado. Ante las autoridades políticas y académicas, se refirió a lo sucedido hace ya trece años: “Denuncié el gravísimo atentado que se estaba cometiendo contra el patrimonio paisajístico y arqueológico de Toledo” y recordó cómo había luchado “con inquebrantable firmeza, la conservación de la riqueza” que alberga este espacio de la capital regional. 

Así sucedió en efecto. Estaba prevista la construcción de 1.300 viviendas y un gran centro comercial donde iría, entre otros, el Corte Inglés. Marañón denunció entonces ese proyecto como “un importante negocio especulativo y un despropósito”. 

En aquel momento algunos pensaron, en voz tan baja como la Vega, que el empeño de Marañón era una “filfa”, un capricho ilustrado que iba a determinar el futuro de una importante zona de expansión de Toledo.

No era difícil convencer a un humanista como el presidente de la Junta José María Barreda y fueron anuladas las previsiones de planes generales de 1986 y 2007 que permitían la construcción de pisos en las 50 hectáreas de la zona. En 2017 se autoriza la construcción, en una esquina, de un cuartel de la Guardia Civil. Desde el Ayuntamiento de Toledo se ha insistido en que debajo de donde irá ubicado el cuartel “no hay nada”.

EL SUEÑO DE MARAÑÓN, CUMPLIDO

Marañón vio en 2006 cumplido parte de su sueño. Se declaró la zona como Bien de Interés Cultural, se iniciaron las excavaciones arqueológicas, se encontraron algunos restos, muy importantes para algunos pero no tanto sin duda para que siguieran adelante los trabajos ni para que posteriores gobiernos o la iniciativa privada vieran allí la posibilidad de crear un lugar tan atractivo como Pompeya o Cartago. En medio además de la crisis, se paralizaron las excavaciones y empezaron a crecer las malas y las buenas hierbas. 

En un reportaje aparecido en un diario de Toledo hace tres años, Rafael Caballero, uno de los arqueólogos que dirigió  los trabajos concluía:  “Obviamente, Vega Baja no son las pirámides de Egipto, pero tiene su importancia. Allí se han encontrado los restos de edificios de un importante asentamiento desde época visigoda hasta época emiral, durante los primeras décadas de presencia musulmana en la ciudad. Se realizaron varias campañas de excavación en los primeros años, pero luego las cuadrillas fueron menguando año tras año. Durante ese tiempo se descubrieron zócalos de piedra propios de la arquitectura visigoda, además de muchos objetos y elementos de ese periodo histórico". Añadía que los arqueólogos piensan que alguno de los edificios pueden corresponderse con la basílica pretoriense de San Pedro y San Pablo,donde se celebraron los Concilios de Toledo.

CERCO DE CEMENTO: NI BASÍLICAS, NI CONCILIOS, UN ERIAL

Ni basílicas, ni concilios, la situación actual es desoladora: ni se ha construido un Centro de Interpretación, ni han aparecido los magníficos edificios de la capital visigoda, ni tampoco se ha levantado el Museo. No se han construido las viviendas, ni el centro comercial.

La batalla entre el derecho de una ciudad a desarrollarse, la especulación del ladrillo y el conservacionismo radical no es nueva. “Cerco de cemento al Toledo visigodo” es el título de un nuevo artículo aparecido este martes en el diario “El País” y que insiste en oponerse a cualquier edificación en las 50 hectáreas de la Vega Baja donde se sitúa la capital de reino visigodo fundada por Leovigildo.

En el artículo se habla del cerco que las leyes actuales ponen a los reyes visigodos: “Cuando el rey visigodo Teudis trasladó la capital a Toledo a mediados del siglo VI no sabía que las leyes urbanísticas de los siglos XX y XXI le pondrían cerco. Un asedio de cemento, ladrillos y asfalto que puede acabar con los restos de la ciudad donde se erigieron, por ejemplo, las basílicas en las que se coronaba a los monarcas y se les convertía en amos y señores de un reino que ocupaba casi toda la península Ibérica y el sureste de Francia”.

En estos trece años, algunos toledanos se han atrevido a pensar y ofrecer su visión sobre el asunto. Como Javier Ruiz que escribió el pasado día 26 de agosto un artículo sosegado y bien fundamentado, con el título “La Vega Baja y los visigodos”: “Puede haber muchos visigodos dentro, pero lo que los toledanos vemos al pasear por Mar del Ribero es una ciudad desvertebrada, insólita, parada, con un erial por bandera a los pies del Casco Histórico”.

EL FUTURO DE LA VEGA BAJA

Parece que ha llegado el momento de hablar en serio del futuro de la Vega Baja que aúne la idílica visión de Marañón, la conservación del patrimonio, con un buen proyecto moderno, atractivo e integrador. El Ayuntamiento y la Junta de Comunidades pueden unir sus esfuerzos, estudiar la actual normativa, contar con la aportación de los mejores arquitectos y urbanistas, evitar que se vayan levantando construcciones aisladas para crear un entorno compacto que ofrezca oportunidades de expansión a la ciudad de Toledo. 

Haciendo de la historia virtud, de toda la historia desde los visigodos al boom del ladrillo pasando por las actuaciones de Marañón y Barreda,  la idea es que la Vega Baja deje de ser esa parcela abandonada, llena de rastrojos y de historias, para convertirse el algo digno que supere discusiones entre patrimonialistas cargados de razones fáciles de contagiar y especuladores del ladrillo. 

La Vega no puede pasar de ser la capital de reino visigodo a un erial y menos a un barrio cutre de una excelsa ciudad como es Toledo.

Hay mucho trabajo por delante.

elObservadorDCLM