Correr para llegar solo

La ambición y la política van de la mano. Si no se tiene ambición antes de entrar en política, se desarrolla una vez dentro, pero la una sin la otra no se entienden en este terreno. El mérito y el éxito del político vienen en saber controlarla y que no se desboque, porque esto puede llevarte a levantar sospechas.

El otro problema es perder el punto de referencia y la falta de perspectiva, porque si te crees que eres y estás en un lugar privilegiado sin ser así, puede ocurrir que tu entorno y tú vayáis a diferentes velocidades.

Algo parecido a esto le ha debido pasar al alcalde de Azuqueca de Henares, José Luis Blanco, que quiso correr mucho en política teniendo en sus alforjas una única victoria en las Elecciones Municipales. Debió pensar que ser alcalde de una de las ciudades más grandes de Castilla-La Mancha le bastaría para retirar a Emiliano García-Page, y vio en la batalla entre Susana Díaz y Pedro Sánchez el momento ideal para hacer el abrazo del oso al victorioso Secretario General del PSOE, aprovechando que García-Page tiraba por la presidenta andaluza.

Tras la contienda, el campo castellano-manchego quedó repleto de vencidos, y lo ocurrido en mayo de 2017 le llevó a pensar que correría la misma suerte que Pedro Sánchez si se retaba con Emiliano García-Page por la secretaría regional, pero olvidó que ni él era Pedro Sánchez, ni España era Castilla-La Mancha.

Como estratega hay que reconocerle que no fue malo -se fue dónde había menos y a más tocaban-, pero como decíamos el problema de la ambición es alimentarla durante mucho tiempo y que luego los resultados no la satisfagan. Entonces, de la misma forma hay que saber gestionar una victoria y una derrota, y de ninguna manera en política esto tiene que pasar por el rencor, la venganza y el revanchismo por el riesgo a que te quedes solo.

elObservadorDclm.