El feudalismo de los magnates

Son los amos del mundo. Siempre lo fueron, aunque se sentían algo debilitados, no mucho, por un invento que se llamaba democracia y que permitía decidir a los que no eran como ellos, a los que no llegaban a fin de mes, a los que sudaban para sacar adelante a su familia. A menudo criticaban que estos, la clase media y sobre todo los pobres también votaran. Y claro, los que debían luchar para sobrevivir votaban a quienes de verdad les ayudaban cuando estaban en el gobierno. 

Pero los magnates querían más, mucho más, siempre mucho más. Y sabían que si solo recibían los votos de aquellos a los que luego apoyaban cuando llegaban al poder nunca obtendrían mayoría absoluta. Tenían que conseguir el estupor de quienes no comprenden por qué los pobres votan a los ricos.

Pero los magnates siempre tienen mayoría absoluta porque son los amos del mundo. Y encontraron la piedra filosofal: cómo llegar a los gobiernos con el voto de una mayoría, aunque luego la despreciaran.

La clave estaba en dirigir, además del mundo, el pensamiento, el criterio, canalizar las contrariedades y hacer creer que un pobre se convertiría en rico como ellos por el hecho de simplemente votarlos. 

Se trataba de influir en el pensamiento de una mayoría y para eso los magnates cuentan con una inmensa mayoría de los más influyentes medios de comunicación. Y no solo eso, también con las redes sociales en las que inyectan odio contra quienes de verdad podrían apoyar a una mayoría social, redes en las que dirigen los pensamientos de las personas para amasar mucho más poder en sus castillos feudales.

Ha sucedido en una de las cunas de la democracia donde ha triunfado el máximo exponente de ese feudalismo de magnates que ahora, de vuelva al Capitolio, seguirá repartiendo poder y riqueza entre los otros magnates que le han apoyado, los que mandan en el mundo, los que deciden donde habrá guerras, dónde hay armas de destruccion masiva, donde debe haber matanzas de inocentes porque, con sus intereses por delante, todo lo pueden e incluso reciben bendiciones. No importa que sean delincuentes, no importa que gestionen problemas y catástrofes siempre a su favor, obteniendo siempre el máximo rendimiento del sufrimiento ajeno, no importa que sean corruptos porque convencen a una mayoría que los corruptos son los otros. De vuelta al Capitolio, Trump elegirá a los jueces que deciden de qué lado se inclinará la balanza de la justicia. 

Ha sucedido en Estado Unidos, pero vemos la misma, idéntica estrategia en otras democracias del mundo donde, por ser demócratas, debemos reconocer el éxito de los magnates feudales y felicitarles por sus excelentes resultados electorales.

Hace tiempo que en España vemos las barbas del vecino norteamericano. Las maneras son las mismas, una oposición férrea, martillo pilón contra el gobierno socialdemócrata, que de verdad apoya a una mayoría más amplia, un acoso constante contra el presidente que resiste y debe resistir aún más porque esto no ha hecho más que empezar. Ha llegado la era de explendor de la internacional de los magnates feudales y en España tenemos a Vox y a su hermano pequeño, el PP, como sus principales representantes.

elObservatorioDCLM