Un estoico ante la momia política de Aznar y los novios de Ayuso

Desde una visión global, el actual panorama político español no puede ser menos edificante y más desalentador. Para no dejarse arrastrar por la depresión o bajarse del mundo en la siguiente parada, parece necesario revisar algunas de las ideas básicas del estoicismo como la búsqueda de la verdad, la serenidad, la justicia y no dejarse arrastrar por el magma de opiniones interesadas que fomentan el odio. Entre los pensadores de la época romana del estoicismo, Marco Aurelio opinaba que la vida no es buena ni mala, sino un lugar para el bien y el mal…  Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad”.

Es fácil dejarse llevar por el torrente sanguíneo en vez de observar y buscar la verdad desentrañando la maraña de egos e intereses particulares.

Observo desde mi perspectiva a una oposición política cada día más desaforada en su guerra por ocupar el poder a cualquier precio, un pugilato que deja entrever sus verdaderas intenciones: el aprovechamiento personal o la rapiña del dinero público. Bajo esta perspectiva, todo concuerda, el control de la justicia y de los medios de comunicación para vender su verdad y tratar de salir impunes de su corrupción. 

Al frente de esta derecha, una implacable momia política como José María Aznar parece dispuesta a quemar sus propias naves, destrozar a los líderes que coloca en el PP y en Vox para conseguir sus objetivos que cada vez se parecen más a una dictadura donde los más poderosos y los más fuertes imponen su justicia y sus verdades. Al tiempo, se van repartiendo el botín con absoluto descaro.

Lo más fácil es dejarse arrastrar y convencer a través de los numerosos espejismos que siembran en el camino de la vida real dando por hecho que las cosas son así querámoslo o no. Incluso, desde una perspectiva internacional que apoya las guerras y los genocidios como si eso fuera la vida que debemos aceptar y no un escenario donde elegir entre el bien y el mal. Donde son unas personas y unos intereses quienes deciden sobre el destino del resto, sobre la acumulación de la riqueza, la pobreza, la hambruna o la vida y la muerte.

La filosofía estoica enseña a vivir una buena vida en medio de un mundo impredecible, hacer lo mejor dentro de nuestras posibilidades y aceptar lo que está fuera de nuestro control. Eso no significa aceptar el destino impuesto por unos matones, todo lo contrario, defender los principios racionales por encima de cualquier amenaza sin que ello produzca un desasosiego permanente.

Un estoicismo bien entendido nos proporciona paz y fortaleza para decir la verdad, para no sucumbir y venderse al bando enemigo por interés personal o por cualquier otra causa dominada por el ego. 

Ante una momia política como Aznar, ante los Ayusos y sus novios, un estoico contemporáneo puede expresar sus observaciones desde una perspectiva moral sin dejarse arrastrar por el odio e incluso ser feliz creando en su vida el mejor escenario.

elObservadorDCLM