Control al gobierno, el más feo de los espejos

Las sesiones de control al gobierno se han convertido en pura campaña electoral, igual que prácticamente toda la política que se hace en España: “Buenos días, señores diputados y diputadas, vengo aquí con la única intención de derribar a este gobierno y ocupar su lugar”, podrían resumir evitándonos el resto del espectáculo. 

Los discursos de los portavoces son permanentes soflamas para denigrar al Gobierno haga lo que haga y, de paso, venderse como la mejor alternativa por exclusión. Muestran, eso sí, la enorme capacidad del ser humano para descalificar, rebuscando argumentos tajantes con la única intención de echar tierra y sumar adhesiones. Algunos haciendo gala de mostrarse mas agrios e insultantes como si eso fuera digno de encomio.

La vida política es, junto a otros escaparates, un ejemplo de espejo social. Si el diálogo político, por llamarlo de alguna manera, se traslada al comportamiento entre las personas, la crispación y el divorcio dejará pocos resquicios para el entendimiento, nunca el otro tendrá algo de razón, nunca existirá espacio para reconocer un error en un pensamiento cerrado a cal y canto. 

Deben saber los diferentes partidos que ese mismo frentismo permanente, también les cuestiona a ellos y que se extiende como una lacra que fomenta la disensión y el encono entre los españoles a los que se supone representan. 

La política española tan ajena al acuerdo, al diálogo, a la razón, al abrazo, al reconocimiento de la sensatez del otro, a su inteligencia,a su trabajo, al apoyo y a la suma de esfuerzos se convierte así en el peor de los ejemplos para el entendimiento entre las personas que es la base de la paz, de la armonía y del progreso.

elObservadorDCLM