El librillo del maestro Nadal

Un partido de tenis es como una vida condensada, como ese relato de quienes aseguran que antes del final pasan por tu mente todas las experiencias vividas mientras se accede a la luz a través de un túnel. 

Nadal vio la luz tras pasar por su cabeza toda su vida de tenista, las experiencias acumuladas desde que empezó a jugar torneos profesionales a los quince años, algunas de forma consciente, otras como hábitos mil veces repetidos que ya no hace falta domesticar o pensar en ellos antes de ejecutar los golpes. 

Todos conocemos ya el impresionante palmarés de Rafa en estos veinte años, ahora mismo, es el más grande de la historia. Lo consiguió en un partido de cinco horas en que también tuvo que batir otros registros: la primera vez en la historia que un jugador remonta dos set en la final del Open de Australia; la primera vez que Daniil Medvedev, diez años más joven que Rafa, pierde un partido que iba ganando por 2 sets a 0 en pista dura.

Los veinte años en torneos le han servido a Rafa para depurar la técnica hasta olvidarse de ella y sembrarse en su tenis. Es el proceso de la creación, primero conocer el lenguaje a la perfección y luego ser tu mismo. Ambos se complementan en el instante preciso de decidir donde enviar la bola, con qué potencia, con qué efecto, tras analizar en décimas de segundo dónde y cómo viene la pelota enviada por el contrario, dónde y cómo devolverla para defenderse o para mandarla a un lugar imposible, sin retorno. La otra parte, ser tu mismo, puede convertirse en tu mejor o peor aliado, depende de tu formación como tenista y como ser humano. Así es la práctica Zen del tenis donde, sin embargo, no es fácil apartar pensamientos que asaltan como fantasmas.

Durante cinco horas de juego tan intenso contra el muro ruso a pleno rendimiento, con casi todo el partido ya perdido, con todos los pronósticos en su contra, con toda la lógica en su contra, los fantasmas recorren la mente del tenista: no puedo con él, estoy perdido, voy a insistir en el revés cortado al fondo de la pista y en la dejada cuando le haya mandado fuera de la pista con una derecha potente, voy a forzar su derecha paralela que parece ser el menos malo de sus golpes, puff… no voy a poder remontar, qué voy a decir al final cuando tenga que explicar mi derrota. 

En esos momentos, tampoco es fácil olvidar dolores, lesiones crónicas como la de escafoides que arrastra Rafa durante toda su carrera y que casi le ha obligado ya a abandonar definitivamente el tenis.

Hay quien es capaz de espantar a todos los fantasmas porque está acostumbrado a ser inexpugnable en la pista y también imbatible de mente, quien es capaz de remontar los peores obstáculos porque cree que es capaz, porque nada le hunde y porque está acostumbrado a mirar siempre hacia ese resquicio de luz que puede convertirse en la 21 de las 29 finales de Grand Slam que ha ganado Rafa, 21 torneos oficiales de los mayores del circuito internacional: Australia (2), Roland Garros (13), Wimbledon (2) y el Abierto de Estados Unidos (4). Nadal se ha convertido así en el mejor tenista masculino de la historia al superar a Djokovic y Federer.

Ocuparse pero no preocuparse, tratar de poner solución a los problemas sin formar parte de ellos, sin identificarse con la probable derrota. 

Todo esto y mucho más es parte del librillo del maestro Nadal.

elObservadorDCLM